Todo el cuerpo de Victoria se estremeció al verlo ahí. Algo dentro de ella le gritaba que cerrara la puerta y se escondiera de él, pero se aferró a la idea de que Oliver ahora ya no podía hacerle daño.
Los ojos de ambos se encontraron en un silencio tenso que resonaba con las emociones acumuladas a lo largo de los años.
—Victoria, necesitamos hablar. —Oliver dijo de nuevo, pensando que tal vez ella no lo había escuchado.
Victoria asintió con cautela, invitándolo a entrar. Se cerró la puerta detrás de él, creando un espacio íntimo y cargado de tensiones no resueltas.
Ella le dio la espalda por unos segundos, tratando de que su presencia no causara nada en ella, pero le pareció imposible.
Aún recordaba las palabras que le dijo en el hospital. No podía verlo y no recordar cada suceso doloroso en su vida.
Sin embargo, no podía ser la mala que juró que sería. Sentía que necesitaba este cierre entre los dos.
Victoria regresó su atención, mirando a Oliver con su semblante serio. Se quedó en