—¡Es imposible! ¿Por qué?
—Su exesposa… Kristal, ayer, subió un video en las plataformas sociales, y lo que ella dijo, arruinó por completo su reputación. Esto provocó la caída estrepitosa de la empresa en el mercado. Los inversores dijeron que no quieren tener nada que ver con una empresa cuyo presidente está metido en líos tan vergonzosos. ¡Lo siento mucho, señor Wang!
Alonzo colgó la llamada, su rostro pálido y sus ojos vacíos de vida.
Su mente estaba en un torbellino, pero solo podía pensar en una cosa: el fin.
—¿Es este mi castigo, Dios? —murmuró con voz quebrada, mirando al vacío, sin esperanza.
El peso de la realidad lo aplastó de golpe.
Cuando observó la ruina de su empresa, supo que no había vuelta atrás. El destino lo había alcanzado con una fuerza devastadora.
El hombre que había sido el rey de su propio imperio, ahora se veía reducido a nada.
En su corazón, la derrota era tan absoluta que no le quedaban fuerzas para luchar.
Decidió que era el momento de rendirse. Iba a vend