63. Admiración
POV Sabine Dupont
Aquel primer día de trabajo, en el que aún no comprendo del todo cómo tuve la suerte —o quizás la desgracia, aún no he podido definirlo— de salir ilesa de su departamento, me mostró una faceta completamente distinta de Aiden Lefevre.
Es seductor, demasiado, lo admito sin reservas. Aquella noche me dejó marchar, pero ahora, al tenerlo tan cerca día tras día, convertida en su asistente, me resulta cada vez más difícil mantener el control.
Juro que he levantado murallas a mi alrededor, apelando a mis fortalezas, obligándome a resistir su mirada, su voz, el magnetismo de su presencia… y el recuerdo imborrable de aquella noche compartida.
Cada mañana me repito con convicción:
«Sabine, tú eres fuerte».
Y lo soy, o al menos intento convencerme de ello. Pero también soy humana.
Y ahora entiendo a mis compañeras del instituto cuando, entre risas, aseguraban que una vez que una mujer conoce un verdadero orgasmo, ya no puede olvidarlo.
Aiden ya no es aquel desconocido