45. Romper Lazos
POV AIDEN LEFEVRE
Ahora que estaba en la sala de visitas de la prisión, una avalancha de recuerdos me golpeó sin aviso.
Imágenes dispersas, fragmentadas… Mónica observándome con esa frialdad que siempre la caracterizó, repitiéndome que amar era sinónimo de debilidad.
Recordé aquel día, cuando encontré un perro herido en la calle y pedí quedármelo. Ella, sin siquiera mirarlo, ordenó que se deshicieran de él solo porque sabía que lo quería.
Así era mi madre: incapaz de tolerar cualquier cosa que no pudiera controlar.
Ella me enseñó que el poder y el dinero eran los únicos dioses dignos de adoración.
Y yo, un niño hambriento de afecto, crecí intentando alcanzar su idea de perfección, creyendo que quizá, si lograba cumplir sus estándares, algún día podría ganarme su amor.
Pero cuando conocí a Irene, todo cambió.
Por primera vez, el amor de mi madre dejó de tener valor.
Solo quería el poder suficiente para ser libre de ella… y quedarme con la mujer que amaba.
Cuando Mónica apare