17. No soy un hombre celoso
POV IRENE SAINT
Sentir su aliento rozando mi mejilla —esa respiración cálida que olía a vino mezclado con recuerdos— me desarmó un instante. Era una traición a la distancia que había impuesto durante años; sin embargo, la cercanía no alteró mis sentidos: mi voz permanecía fría, mi cuerpo tenso como una cuerda. Lo miré sin reparar en la temblorosa electricidad que parecía prenderse en el aire entre los dos.
—Señor Lefevre, cálmese —pedí con firmeza, como quien coloca una piedra en el camino para detener a un animal desbocado.
Él sonrió, ese tipo de sonrisa que podría confundir la persistencia con devoción.
—¿“Señor Lefevre”? —replicó, subiendo la voz con una mezcla de sorpresa y burla—. ¿Ya no me recuerdas, Irene? Soy el hombre al que amaste, el que te desnudó sin miedo, el que te juró la luna.
Le devolví la mirada sin titubear.
—Mi memoria es selectiva —respondí con calma, cada palabra exacta, cortante—. Suelo olvidar aquello que me fue inútil.
Se acercó otro paso, invadiendo