Mundo de ficçãoIniciar sessãoLa casa del difunto padre de Erick era increíblemente grande, mucho más que el antiguo lugar donde solían vivir, no era algo realmente sorpresivo, nadie se esperaría menos del sitio que vio crecer a una generación completa de Russos.
Aunque si bien su diseño interior era un poco anticuado la elegancia dentro de la casa permanecía intacta en conjunto con el rastro de Anthony, quedando su huella marcada como un museo, tanto que era una verdadera pena el tener que remodelarla.
— Disculpe, señora ¿Dónde debería dejar estas cajas? — La pregunta del hombre que estaba haciendo la mudanza la sacó de sus pensamientos.
Todavía no se acostumbraba a que le dijesen señora.
— No tenemos un lugar específico donde dejarlas aun así que solo déjelas en el salón. — Indicó Anastasia, haciéndole un espacio en la entrada para que él pudiera continuar con su trabajo.
Había sido un día completamente agotador, durante toda la mañana se había encargado de administrar la mudanza y redecoración de la casa mientras Erick organizaba el inmenso despacho de su padre, el cual era la única zona que permanecería completamente igual, tal y como él había pedido en su testamento.
Muchas cosas habían pasado desde entonces, tan rápido que ni siquiera ella misma había sido completamente capaz de analizar la situación.
— Señora, la mujer que fue aislada ha llegado a recoger sus pertenencias.
Anastasia se giró hacia Marco, el hombre que estaba encargado de dirigir los asuntos cotidianos dentro de aquella casa y que rondaba cerca de los cincuenta años, era uno de los trabajadores favorecidos por Anthony, una de las pocas personas que tenían su confianza ganada.
— Demonios, me olvidé de eso también — Masculló Anastasia de mala manera, atascada hasta el cuello de trabajo sin hacer — Hazla pasar y prepara algo de té para ambas, necesito hablar con ella antes de que se marche.
No quería hacerlo, pero la única persona capaz de darle las respuestas que necesitaba era Lydia, la tía de Erick y la persona cuyos dedos eran casi tan largos como su lengua filosa.
Quizá podría mentirle a Anastasia, pero no podía mentirle a las cámaras de vigilancia que la grabaron siendo la última en ser vista en áreas cercanas a la bóveda donde estaban siendo resguardados los objetos a subastar durante la organización benéfica.
El desesperante sonido de las manijas del reloj era lo único que alcanzaba a escucharse dentro de aquel pequeño salón, lugar donde se desarrollaba una escena incómoda; dos mujeres mirándose frente a frente sin tener nada que decirse.
— ¿Está bueno el té? — Preguntó Anastasia en un intento por romper el hielo.
Lydia la miró de soslayo. — Lo prefiero con leche.
Anastasia trató de ser comprensiva, el equipaje con las pertenencias de Lydia estaban justo detrás de ellas, así como su hijo estaría esperando tras la puerta mientras ambas fingían que no alcanzaba a escuchar lo que tenían para decirse.
— Es una pena que haya sido enviada hasta esa casa, de verdad... Si tan solo...
— ¿Para qué pediste hablar conmigo en privado, niña? No creo que haya sido porque me tengas compasión y quieras limar asperezas ahora que has quedado como la señora de la casa — Lydia fue directo al punto, no estaba esperando tener una conversación amena con Anastasia.
Y Anastasia tampoco lo estaba esperando.
— Durante la noche de la subasta ocurrió un robo, alguien se llevó un par de llaves de un depósito que estaban a punto de ser subastadas. — Anastasia suspiró, dejando la taza entre sus dedos de lado para encarar a Lydia — Eras la única persona que estuvo cerca del área a la hora en que ocurrió el robo, ni siquiera participaste durante las actividades así que quiero que me digas a la verdad antes de tener que tomar medidas legales para resolver el asunto ¿Fuiste tú quien robó las llaves?
Ante su pregunta Lydia solo consiguió desesperarla en cuanto largó a reír.
— De todas las cosas habidas y por haber ¿Me robaría yo las mugrosas llaves de un sótano desértico? Que patético
— Es la única cosa que podrías llegar a robarte.
Lydia se recargó del espaldar del asiento en un intento de dominar la conversación, cosa que Anastasia no le permitió, por lo que no tuvo otra opción que continuar hablando de mala gana — Es cierto que estuve cerca del lugar, pero solamente me perdí mientras buscaba el baño y déjame decirte que habían guardias de seguridad en cada maldito rincón ¿y aun así lograron robarles algo? Están jodidos.
— No trates de desviar el tema de conversación. — Respondió Anastasia.
— ¿Acaso no es esa la verdad? — Contraatacó Lydia — Cuando la gente se entere de que les robaron algo de la subasta será su final, como si no tuvieran problemas que atender.
Anastasia enarcó una ceja, la seguridad que derrochaba la mujer frente a sus ojos era un claro indicio de que le estaba diciendo la verdad.
Eso o era una mentirosa perfecta.
— Mira, como me das mucha lástima te diré una cosa como la testigo ocular que soy.
— Nadie ha dicho que eres una testigo ocular, eres una sospechosa.
— Pero soy la única persona que estuvo cerca de la escena del crimen además de inocente de robo ¿No me convierte en eso en una testigo? — Su sonrisa se amplió más cuando vio que Anastasia le permitió seguir hablando libremente — Yo que tú comenzaba a investigar ''El otro lado'' durante toda la noche estuvieron haciendo movimientos muy raros, si quieres mi consejo deberías hacerte cargo de ellos de una buena vez, no les traerán más que problemas.
Y aunque al momento no fue capaz de responder apropiadamente aquellas palabras quedaron resonando en su cabeza durante el resto del día.
Hasta el momento el lado de la familia que estaba en contra de Erick había permanecido quieto ¿Por qué se estarían moviendo repentinamente? ¿Lucien habrá logrado hacer contacto con ellos para hacerles saber que seguía vivo y tenía planes para deshacerse de Erick y todos los que le dieron la espalda? ¿Tendrá eso que ver también con el robo de su celular y el hurto dentro de su antigua casa?
¿Y si todo estaba conectado?
¿Qué tal si fue la misma persona quien hizo todo eso?
— ¿Estás bien? — La voz de Erick, quien la había estado viendo girar una y otra vez sobre la cama la tomó por sorpresa — ¿No puedes dormir?
— No — Respondió Anastasia, suspirando — Siento que voy a morir del cansancio, además todavía no puedo acostumbrarme a este lugar.
— Solo es cuestión de pensar en que esta es ahora tu casa.
Ella bufó — Viviste aquí durante gran parte de tu vida, es fácil para ti decir eso.
— No realmente — Contestó él — Mi habitación se trataba de un pequeño espacio al final del pasillo y era bastante incómoda, además, casi no salía por estar encerrado estudiando por lo que incluso existen lugares que jamás visité.
— No puedo creer que hayas vivido de esa manera durante tanto tiempo. — Aunque ella misma vivió un infierno durante el tiempo que estuvo bajo la tutela de sus padres adoptivos — ¿Tu madre no hacía nada al ver que eras explotado de esa manera?
Erick se encogió de hombros — Ella ya tenía sus propios problemas para ocuparse.
— Esa respuesta fue insatisfactoriamente corta — respondió Anastasia — ¿No te gusta hablar sobre tu madre? Nunca la mencionas, tampoco vi fotos de ella la vez que revisé el sótano, solamente el colgante con la fotografía de Raquel cuando era joven, por un momento creí que se trataba de un amor prohibido.
— ¿Entonces admites que estuviste husmeando entre mis cosas aquella vez?
Anastasia rodó los ojos con algo de diversión.
— Creí que eso estaba más que claro.
Erick negó un par de veces con la cabeza, divertido. — Raquel fue la persona de quien más recibí apoyo cuando mi madre comenzó a desmoronarse, mi padre creyó que con el simple hecho de acogerla en su casa junto a su hijo ilegítimo todo se solucionaría, pero no fue así, las cosas empeoraron para todos.
— ¿Cómo solía ser tu madre, Erick?
Él se lo pensó antes de contestar.
— A veces tenía días buenos en los que salíamos a comer o compartíamos un programa de televisión juntos.
— ¿Y el resto de los días cómo era?
— Ella... — Intentó hablar, pero las palabras no supieron acomodarse para salir. — Solía culparme por la vida de miseria que vivíamos cuando era niño, decía que por mi culpa el ''amor de su vida'' la abandonó y que lidiar conmigo era una carga, como una sentencia de muerte. Luego de castigarme duramente solía encerrarme largas horas dentro de un pequeño armario cuando hacía algo que ella consideraba que estaba mal, sin comida, sin agua y sin poder ir al baño ella me dejaba allí hasta que se acordaba de mi existencia y me rogaba perdón, luego todo volvía a la normalidad hasta que yo me equivocaba de nuevo. Hasta que un día me dijo ''Nuestra vida por fin cambiará, tu padre finalmente ha venido por ti''
— Ahí fue cuando conociste a Anthony — Erick asintió ante la pregunta — ¿Y tu madre empezó a tratarte mejor cuando por fin vinieron todos juntos a vivir?
La respuesta de Erick la sorprendió:
— Venir hasta acá fue el principio del fin — Dijo con total seguridad y arrepentimiento por algo que ya no podía cambiar — Anthony ya estaba casado y tenía cuatro hijos: Raeliana, Hunter, Zathrian y Máximo. Además era muy feliz con su esposa, quien lo perdonó a pesar de tener un hijo bastardo y traerlo a vivir a su casa. Él nunca se ocupó de nosotros y mostró preferencias siempre haca Máximo, eso enloqueció a mi madre, quien no soportó no recibir el afecto que creía que le correspondía por parte de Anthony y eso la llevó a cometer un montón de fechorías contra Raquel, incluso llegó a poner veneno en su café. Solía desquitar su furia conmigo cuando veía a Máximo, quien era contemporáneo conmigo, siendo feliz al lado de Anthony mientras que yo vivía estudiando para hacerlo feliz con mis logros.
— Erick...
— No la culpo, mi madre era hostigada, criticada y tuvo que soportar acosos para sacarme adelante. Realmente no la odio, ella solo no sabía qué hacer con el hombre que le prometió el cielo y las estrellas para luego dejarla embarazada y con deudas que pagar.
Anastasia asintió — Tienes un buen corazón, no sé si yo hubiera podido perdonarla y dejar todo atrás.
— Son cosas que dejan de tener importancia conforme vas creciendo.
Pero ella estaba segura de que no sería así en su lugar.
— Mi mamá solía enamorarse de las caras bonitas, muchas veces me dio problemas porque dichos hombres resultaron ser estafadores o personas que solamente querían dinero. Mi padre nos abandonó cuando yo tenía tres años, no sé por qué pero lo último que me dijo fue ''Yo regresaré'' y ya han pasado más de veinte años desde entonces — Anastasia se rió en medio de su relato — Mi madre luego se enamoró perdidamente de mi padre adoptivo, yo era una niña todavía así que en algún punto le empecé a llamar papá, recuerdo que siempre buscaba su aprobación, sobre todo luego de que mi madre falleciera, no importa qué tanto me humillaran, cada centavo que ganaba se iba en hacer de la vida de ellos un lugar mejor hasta que un día simplemente... Me cansé y empecé a desear irme de allí, creo que en realidad solo me hiciste un favor al sacarme de aquella casa.
Erick sonrió.
— Somos más similares de lo que parece, nuestras madres se volvieron locas por amor.
— Caer por amor ¿Eh? Parece una enfermedad contagiosa.
— ¿Acaso no lo es?
Anastasia se silenció.
— Ya vete a dormir, idiota — Se dio media vuelta tras azotar a Erick con la almohada.
Solamente fue capaz de escuchar su imperceptible risa y aquel murmullo que le deseó las buenas noches.







