UNAMOS FUERZA.
Marcos agarró a Maite de ambos brazos, apretó las muñecas de la joven y cuestionó:
—¿Qué estás diciendo? ¿Cómo que nuestro hijo no está muerto? —A pesar de que hablaba con calma, la manera en que presionaba sus muñecas era la señal de que aquel hombre estaba irritado—. ¡Responde! —La soltó cuando sintió que hacía más presión de lo que debía. No iba a volverse a comportar como un patán con ella, aunque motivos de sobra tenía, pero inhaló y exhaló para poder controlarse.
Marcos agarró a Maite de ambos brazos, apretó las muñecas de la joven y cuestionó:
—¿Qué estás diciendo? ¿Cómo que nuestro hijo no está muerto? —A pesar de que hablaba con calma, la manera en que presionaba sus muñecas era la señal de que aquel hombre estaba irritado—. ¡Responde! —La soltó cuando sintió que hacía más presión de lo que debía. No iba a volverse a comportar como un patán con ella, aunque motivos de sobra tenía, pero inhaló y exhaló para poder controlarse.
—No te hagas el estúpido, Marcos. Sabes perfectament