Siento algo húmedo sobre mi frente. Es frío, pero reconfortante. Al mismo tiempo, un aroma dulce y familiar se cuela por mi olfato, tan cercano que me obliga a abrir los ojos poco a poco.
De reojo, la distingo. Está sentada frente a mí, concentrada en exprimir una toalla dentro de un recipiente. El corazón comienza a acelerarse, y de inmediato comprendo dónde estoy: en su apartamento. Valió la pena haberme desplomado en aquella cafetería. Ella no podría ser tan desalmada como para dejarme tirado. Esta es mi oportunidad.
No se da cuenta de que estoy despierto. Intenta levantarse con la taza en la mano, pero soy más rápido. Estiro el brazo y atrapo su muñeca. Tess suelta un pequeño grito de sorpresa y deja caer el recipiente al suelo justo cuando la jalo hacia mí.
En cuestión de segundos, mis brazos envuelven su pequeño cuerpo y queda atrapada contra mí. Sus ojos se abren como platos cuando levanta la cabeza, y siento el latido frenético de su corazón chocando con el mío. Late con fuerz