—Mi dinero —exige Carmín, extendiendo la mano hacia mí—. Escuché la conversación. Es ella. Dame mi parte.
—Necesito hacerte unas preguntas más —respondo, marcando el tono—. Si contestas, te doy el resto.
—Eso no fue lo que acordamos.
—Tómalo o déjalo.
Me lanza una mirada molesta, pero finalmente resopla, resignada.
—Está bien. ¿Quieres pasar? —abre la puerta de su apartamento con una sonrisa cargada de intención.
—Aquí estoy bien, será rápido —rechazo la invitación—. ¿Hace cuánto vive ella en este edificio?
—Mmm… —se queda pensativa un momento—. Un mes, más o menos. No lo recuerdo con exactitud, pero no lleva mucho tiempo.
—¿Llegó sola? ¿O ha estado acompañada?
—Sola. Trajo su equipaje y nada más. Yo digo que todo ya estaba planeado, porque días antes de que llegara, ese apartamento fue desocupado y amueblado. Cuando ella llegó, ya estaba todo listo.
Quizá Tess sí tenía a dónde ir. Alguien conocido. Pero, según me dijo, no tenía familia ni a nadie cercano. ¿Quién podría haber sido?
Ta