Sander comenzó a lamerle los pechos, a succionarle los pezones y a mordisqueárselos. Le acarició el abdomen y las caderas con los dedos antes de introducir dos dedos entre sus muslos y comprobar que ella estaba caliente y resbalosa allí.
Estaba mojadísima y sollozó, pidiéndole más, siempre más.
Últimamente, Catalina estaba mucho más atraviesa y fogosa que de costumbre.
Sander la penetró con dos dedos, tras lo cual comenzó a frotar con delicadeza ese lugar escondido entre sus rizos para darle una probada de lo que vendría de hasta que…Caty gimió, y convulsionó entre sus brazos, moviendo las caderas al llegar al clímax.
El placer hizo que se estremeciera por entero mientras él se apresuraba a tomaba en sus brazos y a llevarla a la cama.
— Creo que el récord sigue siendo mío, hermano— se burló Sander— la he hecho venirse en meros minutos.
—Solo porque yo ya te la había dejado sensible— protestó Sandro, uniéndose a ellos.
Caty parpadeó, aturdida por lo que acababa de suceder y se ten