160. El festín de la verdad
Erik, consciente de la desconfianza que su tío Nikolai albergaba hacia su padre Valdimir y de su sospecha de que su madre también estaba siendo controlada por su padre, asumió la responsabilidad de explicar la situación. El joven del futuro representaba, en cierto modo, la versión más imparcial de esa verdad que Nikolai estaba escuchando y que le resultaba tan difícil de creer.
Con paciencia y detalle, Erik desentrañó la compleja red de eventos y secretos familiares. Su voz, firme pero siempre comprensiva, llenó el comedor mientras relataba la historia que había sucedido y descubierto en su propia línea temporal. Habló de la maldición de Irina, del plan de sus abuelos para sacrificar a Valdimir, y de cómo los eventos se habían desarrollado de manera diferente a lo que todos creían.
Mientras Erik hablaba, Nikolai escuchaba con una mezcla de incredulidad y horror creciente. Su rostro, normalmente lleno de altivez y orgullo, se contorsionaba con cada nueva revelación. Sus ojos color ámbar