Aún no habían terminado de almorzar cuando Donato miró su teléfono y dijo:
—Ya es tarde. Nicol está a punto de salir del trabajo. Voy a recogerla.
Serena revisó su reloj y respondió:
—Justo me queda de camino. Voy al supermercado del centro comercial. ¿Me llevas hasta allá?
Donato asintió.
—Claro, no hay problema.
Después de que Serena bajó del auto, se dirigió al supermercado en el nivel subterráneo del mall.
En ese mismo momento, Nicol salía por la entrada principal y, al levantar la vista, vio a Serena a lo lejos. Aunque sintió una punzada de desagrado, se obligó a sonreír antes de acercarse a Donato.
—¿Viniste con Serena?
Donato asintió con naturalidad.
—Sí, justo íbamos para el mismo lado, así que la traje.
Durante los últimos días, Donato había dejado de ser tan generoso como antes, y eso empezaba a irritar a Nicol.
Al fin y al cabo, ella no sentía nada por él. Todo ese esfuerzo por agradarle lo hacía solo por el dinero.
Ahora que él parecía menos entusiasmado, Nicol empezó a so