Bernardo y Rafael habían escuchado muchas historias que Blanca contaba sobre el pasado. Durante todos los años de matrimonio con el viejo señor Ruiz, ella se había dedicado a denigrar a los padres de Esteban, extendiendo su animadversión incluso hacia él.
Con el tiempo, ambos hermanos habían observado cómo se desenvolvía Esteban y, para Bernardo, él era un auténtico lunático.
—Eso es porque aún no te ha mostrado su verdadera cara —insistía Bernardo, empecinado—. Cuando te pegue, ahí sabrás si tiene algún problema mental.
Blanca sostenía que Esteban se parecía mucho a su padre, Felipe.
Aunque Felipe nunca pegaba a una mujer... tampoco golpeaba a su propio hermano. Así que si Esteban había sido capaz de golpear a un tío, qué no haría con una mujer. Según su argumento, los tíos son escasos, pero las mujeres están por toda parte.
Serena se soltó la mano y contestó con calma:
—¿Sí? Pues, antes de que él me golpeara, Ted y yo te daremos una lección. Ya que de pequeño siempre te metiste con