Su silencio fue una larga agonía que duró por lo menos un minuto para todos, y una vida para Evan Santori, pero con dos palabras ella logró disipar su miedo y fue en ese momento que supo que era ella, quien ahora lo hacía feliz.
—Sí, acepto.
Una sonrisa se formó en los labios de Evan.
—Por el poder que se me ha otorgado, los declaro marido y mujer, el hombre puede besar a la novia.
Evan retiró el velo, miró sus ojos, que estaban llorosos, eso lo desconcertó, pero pensó que las novias lloraban de felicidad, rozó sus labios con suavidad.
Escucharon algunos aplausos y él tomó su mano, caminando para salir de la iglesia.
Luego de firmar el acta de matrimonio fueron hasta ese restaurante lujoso, tomaron asiento.
Evan las observó, trajeron la carta, y Marisa nerviosa, le susurró al oído
«No sé qué ordenar»
Alba sonrió, y Evan no perdió detalle de su hermoso rostro, ella ordenó pro las dos.
Comieron en paz, Raúl parecía genuinamente alegre, pero Alba ya no confiaba en él, no después