Mundo ficciónIniciar sesiónMientras ciertos empleados ayudaban en la edificación de la capilla, adornada con las bellas flores queridas por la abuela, algunas eran rojas y otras blancas con amarillo, las colocaba en distintas aéreas . Acompañada de una linda fotografía de la abuela Martina.
Los trabajadores de la casa se ocupaban de la elaboración del café y té para servirlo durante el funeral . Eduard, se fue con sus tíos y primos a la biblioteca para finalizar la organización de lo que quedaba . Al abrir las puertas de la biblioteca, todos se sentaron, no obstante, Eduard, continuaba sintiendo esa extraña presencia junto a él. Intentó ocultar su miedo, respiró hondo y comenzó a hablar. —Es fundamental comunicarse con los amigos más íntimos de la abuela por su prolongada amistad, para que nos acompañen. Es necesario informar a los parientes para que asistan, comunicarse con el pastor de la iglesia donde se unieron la abuela y el abuelo para que venga, y a las palabras de despedida—expresó Eduard, con nostalgia en su alma. Sandra, levantó la mano para participar y se acercó a su primo Eduard para brindarle apoyo. Colocó su mano en sus hombros, sabiendo que él no se encontraba bien en ese momento. —Sabemos que el proceso del funeral de nuestra abuela ha sido difícil para todos nosotros. Aceptar que nuestra querida abuelita ya no está con nosotros es realmente complicado—dijo con tristeza. Inhaló profundamente y continuó: —Tío Hugo y mi primo León pueden encargarse de las palabras finales para comunicar la noticia a los demás familiares. Yo me ocuparé de contactar a los amigos de la abuela, así que tú, primo, puedes encargarte de eso—. Al finalizar, una lágrima se le escapó. —Está bien, prima, agradezco tu ayuda. En realidad, no sé qué hacer, no me encuentro bien—contestó Eduard, cansado, a punto de colapsar. —No es nada, primo, estoy aquí para asistirte y respaldarte—le contestó Sandra con cariño El reloj emitió un toque, señalando que era el día siguiente. Al concluir la preparación de la capilla para el funeral, Sandra, le entregó a su primo León una hoja y un lapicero para que iniciara la redacción de las palabras de despedida. La empleada tocó la puerta de la biblioteca, portando el café en la bandeja. —Sigue —dijo Eduard, mientras tomaba un trago de whisky para soportar el doloroso momento que estaba atravesando. La trabajadora colocó los cafés sobre el escritorio. Antes de irse, Eduard realizó un contacto. —¡Comuníquese a todos los trabajadores! Prepárese para unirse a nosotros en el funeral; debe llevar atuendo negro formal debido al luto de la abuela—le digo a Eduard, intentando no llorar. —Está bien, jefe—se despidió la trabajadora con melancolía al oír la noticia. Y abandonó la biblioteca. Cuando la empleada se fue, Eduard terminó de tomar el vaso de whisky, debido a la pena por la muerte de su abuela. —¿Dónde están mi tía Valeria y mi tío Hugo?—interroga Eduard, con impaciencia —Mi tío Hugo está atendiendo a mi mamá Valeria, como consecuencia de un episodio de shock. Debido al fallecimiento de su mamá , nuestra abuela tuve que cedarla; mi madre no está bien —le explicó Sandra, angustiada. —Pobrecita mi tía Valeria, me imagino cómo se debe sentir —dijo León, con melancolía. Después, Sandra cogió su teléfono y la agenda de su abuela con los contactos de la familia para comunicarse con ellos. Simultáneamente, su primo León comenzaba a escribir las palabras de adiós. MI ABUELA MARTINA: Querida abuela, en este día sin ti, notamos profundamente tu falta. Te agradecemos por alegrarnos con tus cuentos y por recordarnos que la vida solo es un instante o unos segundos. Donde, si no lo compartimos con nuestros seres queridos, no habrá vuelta. Hoy pido a Dios que nos brinde la fortaleza y el coraje para seguir adelante y que nos dirija en el trayecto. Conservamos esa vieja historia que nos relataste, donde todos saboreamos el chocolate caliente con galletas María y una sonrisa contagiosa. Mientras disfrutabas tu chocolate, comentaste: ¡Vaya, está caliente! Todos te miramos y nos reímos contigo. Una abuela cariñosa y dulce, en la que el cariño y la compañía eran más preciosos que cualquier riqueza. Así, te tendremos presente hoy y cada día. Descansa, abuelita. Con gratitud: Tus hijos y nietos. Cada unos escribió su firma al lado. Hugo Martinez Castillo. Valeria Estefany Martinez De Herrera. León Martínez Montenegro Sandra Sofía Martinez Herrera. Eduard David, Campos Martínez Su nuera Mónica Alejandra Montenegro De Martinez. Su yerno Victor Manuel Herrera. León, al concluir la redacción, no pudo evitar que las lágrimas brotaran y empaparon el papel. Sandra, cogió el móvil y llamó a su tía Lucrecia. La hermana de su abuela Martina. —Hola, buenas noches, tía. Lamento molestarte a esta hora, perdona que te haya despertado —añadió. Hizo una interrupción antes de continuar. La abuela se encontraba mal, su situación se agravó y murió hace poco. Deseo que nos acompañen al funeral —expresó Sandra con la voz temblorosa. En el otro extremo de la comunicación: Se escucharon los llantos de Lucrecia. —¡Oh, Dios, mi hermana no! —exclamó Lucrecia con desesperación. ¿Por qué no me informaron sobre su condición de salud? —Mi abuela no deseaba que nadie supiera de su enfermedad, por eso te escondimos la realidad, tía —le explicó Sandra con pesar, dejándose caer una lágrima. —Oh, Dios. Me imagino todo lo que ha pasado debido a su enfermedad. ¿Dónde se llevará a cabo el funeral? —inquirió Lucrecia, aún asimilando la información. —El servicio fúnebre se llevará a cabo en su hogar, será temprano por la mañana, usen ropa de luto por mi abuela—le informó Sandra antes de finalizar la llamada. —Gracias, mi niña, por informarme. Un fuerte abrazo para todos, nos vemos ahora. Mis condolencias—se despidió afectuosamente Lucrecia. Eduard, cogió el teléfono y se comunicó con los amigos cercanos de la abuela, uno por uno. —Buenas noches, señora Daniela. Lamento la hora, pero mi abuela ha estado mal y su estado se ha agravado; murió recientemente. Queremos que estés presente en el funeral —le informó Eduard con tristeza en su voz. Al otro lado de la línea, Daniela intentó contener el llanto, pero las lágrimas le salieron. —Buenas noches, señor Eduard. Mis más profundas condolencias por la pérdida de su abuela. Su abuela fue una gran compañera para mí; claro que estaré con ustedes —manifestó Daniela, entre sollozos —Gracias, señora Daniela, por su ayuda —apreció Eduard, antes de finalizar la llamada. Al final de la llamada, Eduard se comunicó con Fernando, el mejor amigo de su abuela Martina. —Buen día, don Fernando. Lamento la hora, pero le contacto porque la salud de mi abuela se ha deteriorado y su condición ha empeorado; falleció hace poco. Deseamos que estén con nosotros en el funeral de la abuela —afirmó Eduard, esforzándose por no llorar. —Buenos días, señor Eduard. Mis más sinceras condolencias para usted y su familia; estoy a su disposición, gracias por informarme —respondió Fernando con afecto en su tono. Eduard, finalmente, se comunicó con el pastor de la iglesia que unió en matrimonio a sus adorados abuelitos. —Buenas noches, pastor Samuel. Lamento molestarlo a esta hora. Sin embargo, lo contacto porque la salud de mi abuela Martina ha empeorado y su estado ha deteriorado, falleció hace poco. Esperamos que nos acompañen y que esté con nosotros en el funeral—le dijo Eduard, mientras una lágrima se le escapaba —Buenas noches señor Eduard, le envío mis más sinceras condolencias a usted y a su familia; puedo imaginar cómo debe estar sintiéndose por su partida. Solo resta orar para que Dios les brinde fuerzas y fortaleza a ustedes; por supuesto que los acompañaré—dijo el pastor Samuel, conmovido por la noticia. *Narrador Onisiente* En la casa funeraria, empezaron a alistar a la abuela Martina; le pusieron su elegante vestido azul marino, le arreglaron su suave cabello marrón con algunos cabellos grises, la adornaron con pasadores y le calzaron sus zapatillas negras. La pusieron en el féretro de tono marrón . Tras ubicarla , con la asistencia de otro empleado, la llevaron hacia la carroza fúnebre de color negro. Andrés, se puso un traje de luto elegante y formal para estar con la familia de Eduard en ese difícil momento. Mientras un asistente se dirigía en la carroza fúnebre hacia la residencia de Eduard, Andrés iba en su vehículo. Horas después... La carroza fúnebre arribó a la resistencia de Eduard, se detuvo en la entrada, así como Andrés llegó en su automóvil. Andrés, salió del auto, llamó a la puerta de la resistencia de Eduard. La trabajadora lo recibió y lo dejó entrar. Algunos de los empleados de Eduard se fueron. Hacia el exterior, el empleado de la funeraria abrió la puerta del coche fúnebre. Colaboraron en descender el y lo trasladaron al interior de la resistencia de Eduard. Lo pusieron en la capilla que había adornado con las flores y la fotografía de la abuela. Abrieron la tapa del féretro. Lucrecia, la hermana de Martina, arribó con su esposo Daniel, después de varias horas de vuelo. El taxi se detuvo en la entrada de la resistencia de Eduard. La trabajadora les permitió ingresar, les dio la bienvenida y dejaron la maleta. Se acercó a sus sobrinos Eduard, Sandra y León, les ofrecieron sus condolencias y los abrazó, un abrazo que hizo que los tres lloraran. Lucrecia, se limpio las lágrimas, se acercó al féretro de su hermana, se aproximó y no pudo evitar llorar al verla. —Mi bella Martina, no puedo creer que sea real que estés en el féretro . No pudo aceptar la noticia —expresó entre sollozos, al poner su mano sobre el vidrio del ataúd. ** En ese instante, el pastor Samuel, llegó a la resistencia de Eduard, se estacionó en la entrada, se bajó del auto con su esposa. Al tocar la puerta, la empleada lo recibió y lo hizo pasar. El pastor Samuel se acercó a dónde estaba Eduard, Sandra, León. Los abrazos a los tres. Expreso sus sentidos pésame con afecto. Eduard, por más fuerte que intentara mantenerse, no pudo, las lágrimas comenzaron a salir. —Ten calma Eduard, se que este momento no ha Sido fácil para ti y para tu familia sabes que puede contar conmigo—dijo el pastor Samuel, dándole palabras de animo. Sandra, se levantó de dónde estabas sentada. Se acercó al féretro donde estaba su abuela Martina. Al acercarse, las lágrimas salieron. —Abuela, te necesito regresar—dijo llorando producto del dolor. Eduard, levantó de dónde estaba sentado, se acercó a Sandra, la abrazo, una lágrima salió de sus mejillas producto de la tristeza. Poco después, llegaron los empleados y repartieron café y te para los invitados. Algunos minutos después. Eduard, más sereno, habló a todos los que estaban en la casa de su abuela. —Hola, buenos días. Aprecio mucho que esté con nosotros en ese momento complicado para todos. No ha sido sencillo enfrentar la pérdida de la abuela; valoro cada palabra de apoyo y cada abrazo—manifestó Eduard con agradecimiento. Sin embargo, Sandra salió brevemente de la sala y se dirigió a la habitación donde se encontraba su mamá Valeria. Como seguía en un sueño profundo debido al analgésico que le había dado, fue a buscarla. Al ingresar al cuarto, abrió la puerta con precaución, buscó el bolso que su madre había traído del viaje, sacó un vestido oscuro por el luto de la abuela y unas zapatillas oscuras. Puso la ropa en la cama, despertó a su madre, Valeria, quien al ver a su hija la abrazó mientras las lágrimas caían por su rostro debido a la tristeza. —Mi pequeña. Dime que no es cierto que mi mamá haya muerto, es una falsedad—dijo rehusando aceptar la muerte. Sandra, intentó calmarla ofreciéndole un té para los nervios, Valeria tomó un trago y dejó el té sobre la mesita de noche. Suspiro hondo comunico. —Mami, sé que la pérdida de la abuela ha sido difícil para ti y para nosotros; debes intentar ser fuerte. Si sientes la necesidad de llorar, llora porque tú sabes lo que sientes—le dijo Sandra con afecto a su madre mientras la abrazaba. Luego de ese abrazo. Sandra colaboró con su madre en su arreglo para que pudiera descender a la sala donde estaba el féretro de la abuela. Valeria se puso un vestido negro de luto, se cambió de ropa, calzó sus zapatillas negras y Sandra le hizo unas trenzas Antes de bajar, Valeria se llevó la foto de su mamá, la cual había guardado, y bajaron juntas. Al encontrarse en la sala, los parientes se acercaron a Valeria y le transmitieron su sincero pésame. Valeria, agradeció al llegar al lugar donde se encontraba el féretro de su madre, las lágrimas comenzaron a brotar llenas de profunda melancolía y sufrimiento. —Dios mío, ¿por qué te llevaste a mi mamá?—exclamó Valeria entre llantos. Su hermano Hugo, también llegó vestido con traje de luto, debido a la pérdida de su madre. Los seres queridos y amigos se reunieron y le manifestaron su profundo pésame él lo agradeció con lágrimas fluyendo por su rostro al aproximarse al féretro de su madre. —No puedo creer que ya no estés aquí mamá, te voy a extrañar muchísimo—dijo Hugo con melancolía, mientras abrazaba a su hermana Valeria que también se encontraba junto al féretro.. Su nieto León se levantó y tomó el papel con las breves palabras que había escrito a su abuela para decirle adiós. Hugo se encontraba con su hijo León para decir las palabras. Queridos amigos y familiares: Agradecemos mucho que se encuentren aquí en el funeral de mi abuela Martina. Para: Nuestra Abuela Martina De sus hijos y sus nietos. Querida abuela, en este día sin tu presencia, sentimos tu ausencia de manera profunda. Te agradecemos por brindarnos alegría con tus relatos y por hacernos recordar que la vida es solo un instante o unos segundos, en los que, si no lo compartimos con quienes queremos, no habrá vuelta atrás. Hoy nos despedimos. Agradecemos a Dios por habernos dado la oportunidad de estar contigo en tu enfermedad hasta tus últimos instantes. Hoy ruego a Dios que nos brinde la fortaleza y el coraje para seguir adelante y que nos dirija en el camino. Valoro cada palabra de apoyo. Cuando estábamos tristes o llegábamos cansados de estudiar, siempre surgías con una palabra de ánimo. Conservamos esa vieja historia que compartiste, en la que todos saboreamos el chocolate caliente con galletas María y compartimos una risa contagiosa. Mientras disfrutabas de tu chocolate, comentaste: "¡Vaya, está caliente!" Todos te miramos y nos reímos contigo. Fuiste una madre y abuela maravillosa, con un corazón generoso. Tu apreciada compañía era más atractiva que cualquier suma de dinero. No es un adiós, sino un hasta pronto. ¡Amada abuela, te queremos mucho! Al finalizar las palabras de despedida, todos se levantaron y aplaudieron. Las lágrimas fueron visibles en todos los presentes... Antes de acompañar a la abuela Martina en su entierro, todos los hijos y nietos de Martina se levantaron para entonarle una canción *Confieso* Allí miré tu foto en la nevera De aquel viaje que hicimos en noviembre Sonrío al descubrir tus mil maneras Para quererme Hoy Como cada tarde Te imaginaba Confieso que me haces tanta falta Para decirme: "todo va a estar bien" Para escucharme con una guitarra Sentado con tu taza de café Lloré porque tu voz no está en la casa Reí porque me amaste con todo tu ser Es una mezcla que me agarra el alma Y rompe en cada esquina de mi ser ¿Y cómo no? Si eras mi todo ¿Y cómo no? La Noche Buena se vuelve más fría Y en abril se caen todas las flores Y siento que me hablas cada día En mil canciones Hoy Como cada tarde Te imaginaba Confieso que me haces tanta falta Para decirme: "todo va a estar bien" Para escucharme con una guitarra Sentado con tu taza de café Lloré porque tu voz no está en la casa Reí porque me amaste con todo tu ser Eres una mezcla que me agarra el alma Y rompe en cada esquina de mi ser ¿Y cómo no? Si eras mi todo ¿Y cómo no? Miro al cielo y no me basta Y tus fotos que me engañan Y me hacen creer que hoy llamas en la tarde Para saludarme Confieso que me haces tanta falta Para decirme: "todo va a estar bien" Para escucharme con una guitarra Sentado con tu taza de café Lloré porque tu voz no está en la casa Reí porque me amaste con todo tu ser Eres una mezcla que me agarra el alma Y rompe en cada esquina de mi ser ¿Y cómo no? Si eras mi todo. Al concluir la canción, los empleados de la resistencia de Eduard se despidieron de su jefa Martina, con tristeza y dolor por su ausencia. Una vez que se despidieron, llegó el momento de enterrarla. Los trabajadores, junto con la ayuda de los empleados de la funeraria, sacaron el féretro que llevaba el cuerpo de la abuela Martina. La trabajadora abrió la puerta, salieron. Lo colocaron en la carroza negra. Luego salió Eduard, acompañado de sus primos Sandra y León. Su tía Valeria sostenía con cariño la fotografía de su mamá en sus brazos, mientras las lágrimas caían por su rostro. El conductor de la resistencia abrió la puerta del coche y se montaron. En el otro coche se montaron su tío Hugo, junto a su esposa Mónica. Los parientes y amigos que habían estado en el funeral se fueron a sus vehículos. De manera similar, Andrés, el propietario de la funeraria, entró en su coche. Unos minutos más tarde. La carroza de funerales partió, primero hacia el sitio donde la iban a enterrar. Más atrás estaba el automóvil de Eduard. Después salió el auto de Hugo, seguido por el de los otros familiares y, finalmente, el automóvil de Andrés. Más tarde, llegó la carroza fúnebre junto a otros automóviles. En el lugar de la sepultura. El personal de la funeraria se ocupó de llevar el féretro al lugar donde se había dispuesto un pequeño homenaje previo al entierro. Eduard, junto a sus primos Sandra y León, y su tía Valeria, salieron del auto y se sentaron en el sitio donde tendría lugar el homenaje. Igualmente, los otros parientes y amigos bajaron del coche y se acomodaron. Al bajar del coche, Andrés, el dueño de la funeraria, se acercó a su equipo para coordinar el área donde sería situado. El féretro de la abuela con la hermosa placa de vidrio que había solicitado que le construyeran. En el homenaje: El pastor Samuel se acercó para ofrecer las despedidas. Amados amigos y seres queridos, hoy nos juntamos para despedir a Martina. Una buena amiga y madre sabemos que su partida no ha sido fácil. Formulemos una breve oración para que sea Dios quien brinde fuerza y fortaleza a cada uno de ustedes. Todos los familiares y amigos se levantaron para hacer la oración. Querido Dios. Te pido fuerza y perseverancia. Brindando consuelo a sus espíritus Amén. En ese instante, los trabajadores movieron el féretro al lugar donde se realizaría el entierro. Los amigos y seres queridos se juntaron con Eduard, y su familia en ese momento de tristeza. Al comenzar a bajar el féretro en la sepultura, Eduard se despidió con una flor roja. En tanto que su nieta Sandra y León lanzaron flores blancas. Hugo y su hermana Valeria dejaron caer más flores rojas mientras las lágrimas recorrían sus rostros, fruto de su dolor. Luego de poner el Féretro en el hoyo, lo taparon con tierra. Instalaron la hermosa placa de vidrio que tenía su nombre Cada uno de los amigos y familiares que vinieron al funeral, a la sepultura de Martina se despidieron de Eduard y su familia se fueron en su automóvil. Eduard, su primos Sandra y León se despieron por última vez antes de retirarse. —Descasa abuela te queremos mucho—dijieron con tristeza los tres. Sus hijos Hugo y Valeria también se despidieron de su mamá Martina. —Mami te pido que dónde te encuentras






