Una semana después, de que se fue la abuela Martina.
Sandra recibió la llamada de Tomás, el abogado.
—Buenos días, señorita. ¿Cómo está toda su familia?—preguntó el abogado Tomás, hablando con afecto a la nieta de su clienta.
—Buenos días, Don Tomás. Las cosas están volviendo a tomar su curso —agregó Sandra en un tono suave. —Mi primo Eduard sigue trabajando en la empresa, mientras que León está en la universidad. Mi papá, Víctor, y yo nos ocupamos de cuidar a mi mamá, Valeria, que ha estado enferma. Desde la muerte de nuestra abuela; ha perdido el apetito y tengo que forzarla a comer. Sin embargo, le ha afectado de manera profunda, —continuó Sandra, todavía con tristeza.
—Eso creo. Todo el dolor que debe estar sintiendo la señora Valeria, por el fallecimiento de su madre. No obstante, puedo ofrecerle asesoramiento. Mi esposa es terapeuta y puede asistirte. El hospital donde ella está se encuentra un poco distante de la ciudad. Dado que, con su asistencia, la situación podría c