—¡No fui yo, señor! Fui acusada injustamente.
Estas fueron las únicas palabras que Julieta pudo expresar.
—Señorita Rosales, en este momento, solo le pido que venga a colaborar con nuestra investigación y haga una declaración. Después de todo, ese día, usted también apareció en la escena del crimen, así que espero que coopere.
Julieta giró la cabeza para mirar fijamente al policía y con los labios temblorosos preguntó:
—¿Es solo para ayudar en la investigación?
—Sí, sólo colabora con nosotros en la investigación. —Respondió uno de los policías.
Jasmine vio que Julieta estaba distraída, se levantó apresuradamente, la acercó y la aseguró:
—Julieta, yo te ayudaré. Buscaremos al señor Soto y todo estará muy bien.
—Eh sí… sí. —respondió débilmente, pero se sentía muy indignada y con mucho miedo.
La última vez, fue acusada por supuestamente contratar a alguien para dañar a Dalila, y definitivamente había quedado eso como antecedente.
No fue ninguna coincidencia que la policía llegara tan r