Julieta despertó al día siguiente.
Cuando Jasmine entraba al cuarto con un caldo en la mano, vio a Julieta sentarse abruptamente en la cama, con una expresión horrorizada y gritando:
—¡Devuélvemelo!
—¡Devuélvanmelo!
Jasmine dejó el caldo a un lado y preguntó:
—Julieta, ¿qué ha pasado exactamente?
No parabas de decir “devuelvanmelo” anoche.
Julieta apretó los labios, evitando el contacto visual y preguntó:
—¿Qué más dije?
—Y el anillo, algo de eso, simplemente repetías “devuelvanmelo”, nada más. Te pregunté y no me dijiste nada más, pero seguías llorando y me asustaste bastante.
—Lo siento…
—Julieta, si tienes algo que puedes contarme, es mejor que me lo digas a que te lo aguantes tú sola.
Julieta levantó la vista, forzó una sonrisa y respondió:
—Gracias, lo sé.
Pero de repente, recordó lo que había ocurrido y preguntó:
—¿Quién me trajo de vuelta ayer?
—No lo sé, no lo vi… Hmmm, cuando volví, ya estabas aquí con un suero puesto.
Julieta frunció el ceño, sujetándose la cabeza y tratand