ASHTON GARDNER
La guerra había comenzado.
No aquella guerra de disparos o amenazas, sino una mucho más silenciosa y letal: la financiera. Uno a uno, los pilares de Eydan comenzaban a tambalearse bajo mis manos. Ya no era cuestión de si caería, sino de cuándo. Y pensaba disfrutar cada segundo del derrumbe.
La primera en caer fue una empresa de logística que abastecía a sus principales socios europeos. Una filtración sutil, una demanda bien colocada y una auditoría sorpresiva bastaron para congelar sus operaciones. El caos no tardó en extenderse como plaga.
La segunda fue una constructora fantasma que usaba para desviar fondos. Bastó con conectar los puntos, entregar la información precisa a los medios y dejar que la justicia hiciera su parte. Era fácil cuando tenías los contactos adecuados… y yo los tenía todos.
Cada día se sentía como un pequeño triunfo. Pero nada se comparaba a lo que sentía cuando abría la puerta de casa y encontraba a Liss esperándome con esa sonrisa que me recorda