LISSANDRA
Entré al café con paso seguro. El contrato bajo el brazo, mi cartera colgando del hombro y el recuerdo del beso de Ash todavía en los labios. Le había prometido que estaría bien. Y lo estaría. El café estaba lleno, pero encontré una mesa cerca de la ventana, pedí un espresso doble y saqué los papeles mientras esperaba al señor Coleman.
Miré el reloj. Faltaban cinco minutos, tomé mi celular y escribí.
— Ya estoy en el café amor, te aviso cuando salga, te amo.
— Cuídate pequeña.
Sonreí, todo iba perfecto… hasta que vi al diablo disfrazado de traje caro acercarse con una sonrisa cínica.
Eydan Gardner.
Maldita sea. Tomé mi celular y le avisé a Ashton.
— Eydan está acá.
— Voy.
Eydan tenía ese tono sobervio esa forma de caminar como si el mundo le debiera algo. Lo reconocí al instante. Mi cuerpo se tensó.
—¿Esperas a alguien o el destino por fin me sonríe? —dijo, con ese tono meloso y arrogante que me revolvía el estómago.
—Espero al señor Coleman. Así que puedes seguir tu camino,