Lissandra Gardner
Lo abracé como si al soltarlo el mundo se quebrara.
—Una semana —dije en voz baja, con la mejilla contra su pecho—. Solo una semana...
Ash me acarició la espalda y besó mi cabeza.
—Volveré antes de que puedas extrañarme demasiado.
—Ya te estoy extrañando.
Él soltó una risa suave, de esas que solo me regala a mí. Pero sabía que detrás de ese viaje a Europa había algo más que negocios. Lo conocía. Y cuando me miraba sin decir nada... era porque escondía algo. Algo importante.
—Prométeme que estarás bien —le pedí—. Y que me llamarás todos los días.
—Lo juro, mi amor —dijo, y me besó con una ternura feroz, como si también le doliera irse.
Vi su espalda perderse entre los pasillos del aeropuerto, con William caminando a su lado para ayudarle. Luego se devolvió y me sonrió.
—Vamos, señora Gardner.
—Vamos.
Miré una vez más y no resistí.
—¡Aaashh!
Él se giró y yo corrí a sus brazos. Me sostuvo y nos besamos con la misma pasión que nos envolvía en nuestra habitación, sin preo