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CAPITULO 7: Otra realidad (segunda parte)

 Llegaron a una espléndida terraza cubierta por un domo de cristal. El balcón ofrecía una vista aún más sorprendente que la que se podía contemplar desde el ventanal de la sala. La ciudad de Pries podía apreciarse en todo su esplendor. Sus enormes rascacielos iluminados, elevándose y retando a las estrellas. El cielo nocturno brindaba además su belleza al jardín iluminado con luz artificial de varios colores, que le daban un aspecto a la vez romántico y futurista. Hermosos helechos y enredaderas demarcaban la paredilla del balcón, mientras las lilas y los jacintos mecían sus pesados ramos perfumados al son de la suave brisa que entraba por el sistema de ventilación. Una bella fuente cambiaba el color de sus aguas de acuerdo al sonido de una tenue música de cuerdas. El olor a jazmines y rosas hacían pensar en tierras orientales. Amaya exhaló fascinada. 

—¡Qué hermoso! —la exclamación se le escapó sin querer ante la magnífica vista.

—Gracias. En realidad, todo esto es obra de Lía, le encantan las flores. Ven, sentémonos. 

Aún tomándola de la mano, el vampiro fue a sentarse con ella en un largo sillón de mimbre con cojines claros acolchados. Amaya se acomodó lo más alejada que pudo de él. Sentía que su cercanía no le hacía bien, tornaba lento su pensamiento. 

—No entiendo por qué me mantienes aquí. 

—Eres una cazadora del cuerpo élite, pienso que, a pesar de todo, La Orden tratará de rescatarte en algún momento... 

—¡Soy una carnada! —lo interrumpió Amaya. 

—Es una forma de verlo —le respondió Ryu, mirándola divertido—. Verás, ustedes mataron a mi hermano y rompieron el acuerdo que teníamos. Estoy en el derecho de vengar su muerte, ¿no crees? Pero aparte de eso, me gustaría saber por qué tu organización se ha atrevido a ir tan de frente en mi contra, por qué de repente tanto valor. 

—Somos valientes y es nuestro deber, cazamos vampiros —dijo la muchacha con simpleza. 

Ryu rio condescendiente.

—Eres tan ingenua, tan inocente que me provoca…

 Mordió su propio labio inferior observando los de ella. Con cierta dificultad apartó la mirada de la cazadora y la fijó en el arbusto de jazmines a su derecha. Antes de hablar, tomó una florecilla para olerla.

—Querida, La Orden es financiada por los gobiernos del mundo y nosotros, los vampiros, contribuimos con estos gobiernos con una fuerte suma producto de nuestros negocios. Digamos que pagamos impuestos. Así que, es como si financiáramos a tu organización. Contradictorio ¿verdad? ¿Entonces, porque ellos querrían acabar con quienes los financian? No pongas esa cara, así funciona el mundo. El dinero es quien hace rotar la tierra. 

—Lo que dices es absurdo.  ¿Insinúas que solo somos una fachada? 

—Ustedes cazan a quienes nosotros queremos que cacen. O al menos así era hasta que se atrevieron a matar a Octavio y me pregunto, ¿por qué? La Orden no es lo que crees, Amaya. Tienen secretos, incluso de ustedes, sus cazadores.

— Tratas de ponerme en contra de los míos, pero no lo vas a conseguir. 

—Solo trato de que veas más allá, otra realidad. 

—No, tratas de convencerme de un absurdo. La Orden por fin ha decidido enfrentarlos en serio y eso te asusta. 

Ryu sonrió ante la declaración de la cazadora. 

—Es sensato sentir miedo. El miedo es el principal instinto de conservación, el que nos hace mantenernos con vida y seguir luchando. Pero más que miedo, siento curiosidad. 

— Si es como dices, ¿por qué se ocultan? Se ocultan por miedo a que los humanos acabemos con ustedes. 

—Antes de abrir esos lindos ojos azules a la realidad, ¿desearías beber o comer algo? 

—Acabamos de comer, estoy bien —dijo ella frunciendo los labios con desprecio. 

A pesar de su negativa, a los pocos minutos un sirviente apareció trayendo una bandeja con vino y dos copas, una de las cuales ya estaba servida y otra bandeja con aperitivosde comida japonesa. 

Ryu tomó la copa que ya estaba servida y le ofreció a Amaya vino en la otra. La cazadora pudo percibir el olor metálico de la sangre en la bebida del vampiro. Comenzaba a sentirse enferma de verlo beber sangre todo el tiempo. Deseó tener en ese momento su espada y volarle la cabeza en ese mismo instante. 

—Verás, el mundo es un lugar encantador y mantenernos en el anonimato resulta beneficioso en muchos aspectos, lo último que deseo es desencadenar una nueva guerra. Imagina siquiera que todos conocieran de nuestra existencia: querrían ser inmortales, bellos por siempre y sobre todo poderosos; o nos temerían y tratarían de destruirnos, así como hace tu organización, pero a mayor escala. Irremediablemente se desataría una guerra por el control. 

»Terminaríamos esclavizando a los humanos y destruyendo este mundo que compartimos. A nosotros no nos interesa mezclarnos con ustedes, ni aparentar ser humanos, así que, ¿por qué ponernos en evidencia cuando tenemos y gozamos en el anonimato de nuestro propio mundo de poder, riquezas y belleza? Solo unos cuantos están enterados de nuestra existencia y así debe seguir siendo. Nosotros pagamos para mantenernos ocultos. Pero de pronto, tu organización se revela a este acuerdo y mata a mi hermano. Deseo saber por qué. Bebe querida, no voy a envenenarte. 

Amaya llevó el líquido púrpura a sus labios.  El burbujeo en su lengua le hizo descubrir un sabor delicioso en él. 

 Las palabras de Ryu la confundían. Dentro de sí misma sabía que La Orden siempre había querido acabar con los vampiros definitivamente y si no se  atrevieron a enfrentar a los príncipes antes fue porque no tenían las armas para hacerlo. Si ahora lo hacían era porque estaban seguros de que ganarían, de otro modo no se arriesgarían. Solo existía una explicación para ello, La Orden había encontrado la manera de acabarlos definitivamente. 

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