El príncipe no quiso que todo el cuerpo de guardaespaldas los acompañara en su salida, sin embargo, tuvo que aceptar la compañía de Phidias que era su lugarteniente más cercano y otro de los guardaespaldas.
Al llegar al pequeño restaurante, Amaya se sintió en confianza. Estaba tranquila, aunque la tristeza seguía presente, parecía que la confusión se iba alejando poco a poco. Paradójicamente, la compañía de su enemigo apaciguaba su alma atormentada. Él era su antídoto y su veneno.
Ryu a su lado sonreía, miraba la cadena resaltar sobre el suéter negro.
El local estaba parcialmente lleno, el vampiro la tomó de la mano y la guio hasta una mesa apartada, casi al fondo. Los guardias disimuladamente esperaban en la entrada, vigilando atentamente tanto adentro como afuera.
Era un sitio agradable, las paredes estaban cubiertas por cuadros de diferentes cantantes de rock y algunos otros hacían referencia a la cultura pop de los ochenta y noventa, Ryu apretó suavemente su mano antes de rod