Kaia y Nevan 25

Kaia

Nevan se mantuvo en silencio el resto de la cena; sin embargo, sentía su mirada clavada en mí, por lo que me daba miedo mirarlo yo.

Me levanté de la mesa y empecé a recoger los platos; él también tuvo la misma idea y, por accidente, nuestras manos se rozaron.

¡Uy, me dio corriente!

No pude evitar mirarlo, y sus ojos fieros me provocaron un vuelco en el pecho. Tragué pesado y exhalé largo y profundo; luego, quité mi mano con premura.

¿Por qué me miraba así? Sus ojos me daban miedo...

—Yo los lavaré —dije mientras me conducía hacia la cocina. Empecé a temblar cuando escuché sus pasos detrás de mí, y, por alguna razón, sentí que el aire se empezaba a condensar en mis pulmones.

Ah, me moriría si seguía teniendo a Nevan cerca de mí. Él me hacía sentir enferma y fuera de órbita, una completa desubicada y torpe.

—Te ayudaré —se ofreció mientras tomaba el lado derecho del fregadero.

—No, me toca a mí. Tú hiciste todo el trabajo pesado de la cena —me negué, pero Nevan untó la esponja de j
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