Zebela
«Tun-tún, tun-tún...»
Los latidos de mi corazón eran cada vez más intensos y fervorosos, con un entusiasmo abrumador que revivía la alegría y los colores en mi interior.
Las emociones olvidadas, esas que conocí junto al hombre que cambió mi vida en muchos sentidos, ahora despertaban y me recordaban lo feliz que fui con él.
En mí se encendió una llama que me dio fuerzas para enfrentar cualquier obstáculo y que me devolvió la seguridad y calidez que me habían sido arrebatadas.
Era él, la columna de nuestro hogar, mi familia y amor. Mi compañero de vida y el único hombre al que había amado de verdad sin perderme a mí misma. Era mi Bastian. Él vino por mí. Bastian me amaba tanto como yo a él.
No pude evitar aumentar la velocidad de forma impulsiva, y me sorprendí cuando pude hacerlo sin perder el equilibrio. Así era el amor, este podía lograr cualquier cosa.
Las lágrimas acariciaban mis mejillas, celebrando junto a mi corazón la felicidad y el alivio de que Bastian estaba con vida.