Escapando de un mal amor. Capítulo No puedes matar mi amor
Octavio abrió los ojos lentamente, como si despertar fuera atravesar una espesa niebla.
Sus párpados pesaban, su cuerpo dolía, y una angustia desconocida le oprimía el pecho. Estaba cansado, tan cansado, como si la vida misma lo hubiese abandonado por unos momentos.
La luz tenue de la habitación apenas le permitía ver con claridad, pero pronto distinguió una figura familiar junto a su cama. Era su padre, Imanol.
Estaba ahí, firme, como un ancla en medio del caos. Sostuvo su mano con fuerza, con una ternura que contrastaba con el miedo que flotaba en el ambiente.
—Hijo... —dijo con la voz quebrada, conteniendo un mar de emociones que amenazaban con desbordarse.
Octavio no pudo responder.
Las lágrimas rodaron por sus mejillas, silenciosas, desesperadas. Su garganta ardía y al intentar hablar, solo salió un sonido ronco, apenas un susurro, como si las palabras también hubieran perdido la fuerza de nacer.
—No hables —dijo Imanol rápidamente, acariciando su mano con desesperación—. Cálmate