Escapando de un mal amor. Capítulo Amores errados nunca se rinden
El día amaneció con un cielo gris sobre Cirna Gora, como si el clima presintiera lo que estaba por desatarse. Tamia y su esposo se dirigieron a la pequeña prisión del pueblo, donde Samuel llevaba horas encerrado tras ser bajado del crucero y trasladado discretamente.
La noche anterior había sido una pesadilla para la familia Darson, y el aire estaba impregnado de tensión, resentimiento y algo más oscuro: sed de venganza.
Cuando Samuel fue liberado, salió con el rostro desencajado, las ojeras profundas y los puños apretados. No era el mismo hombre arrogante que había subido a ese barco días atrás. Había sido traicionado. Humillado. Roto.
—Ella… me engañó —espetó, apenas vio a sus padres—. ¡Deisy está embarazada! ¡Y no está muriendo! Me mintió. Me hizo creer que iba a morir. Me manipuló. Me destruyó.
Tamia y su esposo se miraron entre sí, atónitos.
—¿Qué estás diciendo? —preguntó su madre con la voz temblorosa.
—Es la verdad —gritó Samuel, con los ojos al borde de las lágrimas—. ¡Lo per