Un nuevo comienzo.
—¿No crees que ya es tiempo de salir de este encierro Chris? Mi casa parece un bar de cuarta— dice la mujer que abre las cortinas como lo hizo Blue hace algunos días.
—Yo que te hacía en París… París —suelto la carcajada después de mi mejor chiste de la vida y mi anfitriona se cruza de brazos y me muestra el dedo del medio.
—Suficiente, O’Connor. Es momento que te levantes y pongas tus patitas fuera de mi casa.
—Por fis, Paris, por fis, por fis, por fis no me eches aún. Estoy juntando puntos a ver si me encuentran después de la supuesta denuncia por presunta desgracia.
—¡Eres un pendejo de mierda! ¡Dios! ¿qué hice para merecerme esto?
—Ser un alma caritativa que no espera nada a cambio, París. Es más eres la única alma que no me ha juzgado.
—¡Tu familia tampoco, idiota! Todos están preocupados por ti y por donde mierdas te metiste— ¿me está regañando?— Es que de verdad no te entiendo, Chris. Tienes a dos de las familias más reconocidas de la ciudad patas para arriba ¿y no te aflige ni