Nuevamente el alcohol nos pasa factura.
Como cada día, estoy en medio de la construcción. El trabajo es intenso, sobre todo porque estamos haciendo que las cosas salgan bien antes del plazo convenido, lo que me tenía de muy buen ánimo.
Esta es la segunda escuela que estamos por terminar y me sentía sumamente complacido con el trabajo que estaban haciendo los chicos.
—Si seguimos así, en menos de dos meses estará todo listo, ingeniero.
—Eso es genial, me encanta como está quedando todo.
—Eso se debe a su buena disposición y buen trato con nosotros y eso se agradece.
—También se debe a su arduo trabajo—seguimos inspeccionando la obra, cuando escucho mi teléfono sonar—. Denme un momento.
—Claro, ingeniero— mis trabajadores se alejan y yo contesto la llamada.
—Hola, Thomas.
—¿A qué hora te dignarás en llegar?
—Mierda, se me pasó volando la hora, déjame y termino, paso a buscar a papá y estoy por allá.
—Pues ni pienses en ir buscar a James, el ya está aquí y ni te imaginas con quién está en estos momentos.
—Obvio que con la herm