Le puse cita a Julio en el restaurante más cerca a nuestra casa, para que no se demore, más tarde pasar a recoger a Patricia quien quedó en la casa esperándome. La sensación de que podamos ser padres… eso me tienen contento, hasta feliz deseo que sea mañana para saber si seremos padres o no. —Le estreché la mano al investigador, ya solo quería que me dijera lo que le ocurre a mi mujer, para saber qué le pasaba y así poder ayudarla. No creo que sea algo grave.
—Don José Eduardo.
—Julio. —En ese momento llegó un mensaje a mi celular
«¿Crees que tu mujer se encuentra en tu casa? Apenas saliste, vino a mí, ella siempre viene a mí, gracias por decirle que Rodrigo Cifuentes estaba en Bogotá». —Un calor recorrió todo mi cuerpo.
«Estamos en el hotel a tres cuadras de tu casa, ven y compruébalo».
—Don José Eduardo, ¿le pasa algo?
—Debemos reunirnos mañana, debo irme. —Me levanté de la silla.
—Tome, es el informe, por favor léalo hasta el final.
—Gracias.
Tomé el informe y como loco conduje has