—¿Penitencias? —preguntó con una leve sonrisa.
—Sí. Una vez estaba desesperada por tener sexo, la masturbación no me ayudó y llegué muy temprano a la iglesia, al contarle me llevó a su jardín, el cual estaba perdido en la maleza, rastrojos y ese hermoso árbol se veía perdido por esa selva.
—¿Eres la autoría de ese lindo lugar que ahora es el lugar favorito de César y Alejo? Ellos me han mandado a ese jardín.
—Sí. Desde ese día comencé a trabajar en el jardín, a la hora ya no tenía desespero. El padre lo único que hizo fue darme instrucción de donde estaban las herramientas de la jardinería y créeme, usé hasta machete para quitar la hierba y luego usé guadañadora, me hubieras visto, soy una experta con ellas. Por dos meses trabajé en ese jardín y desde entonces se ha mantenido como lo conoces hasta ahora. —José se había quedado cerca. Se sentó a mi lado en el mueble.
» El día en que terminé me senté en la banca, esa sé la regalé yo y la puse al lado de ese bello árbol, el cual es el ej