KILLIAN
Es guapísima.
Cada mañana me quedo admirándola durante un buen rato, está preciosa tumbada en nuestra cama. Duerme mucho, sé que está agotada de este último mes y se lo merece todo por aguantar a nuestra hija dentro. Veo como se revuelve, mi camiseta se le sube hasta descubrir sus bragas y se queja. Me acerco y le termino de subir la camiseta hasta por debajo de las tetas. Se nota como patea y no deja a su madre en paz. Deja de moverse cuando pongos mis manos sobre ella.
—Gracias —musita Dana adormilada.
Me encorvo sobre su cuerpo para besarla. Si por mi fuera la tendríamos ya con nosotros. Queda menos, queda una semana para que salga de cuentas y siempre la tengo por ahí descansando, sentada en el sofá, quejándose, intento como puedo hacerlo más ameno.
Intenta ayudarme a hacer la cena pero gimotea al rato de estar de pie.
—Me duele, Killian —lloriquea casi a punto de llorar. Es la primera vez que se porta tan débil.
—¿Qué te duele?
Me clava las uñas en el brazo cuando se incl