KILLIAN¿He escuchado bien?—¿Qué coño acabas de decir?—Que... estoy embarazada —susurra.Joder. ¿Embarazada ha dicho? Sí, eso ha dicho.Y cuando me quiero dar cuenta está llorando otra vez. Esto está siendo una locura. Una puta locura.No puedo dudar, sé que es mío, confío tanto en ella que sé que no es como ninguna otra de esas que han intentado colarme sus mierdas. Esta vez es de verdad. >—¿Desde hace cuánto que lo sabes? ¿Por eso no querías que me fuera esa noche?—Me enteré esa noche cuando ya te habías ido —admite. Se limpia las lágrimas, el pecho le tiembla—. Yo... ha sido difícil.Más y más mierda. Mi mujer embarazada y yo en una mierda de bandas.Abro los brazos para acogerla en ellos y aunque no tiene mucha fuerza intenta abrazarme con todo lo que tiene. Por lo menos no vuelve a echarse a llorar.—Ya no va a ser difícil. No voy a salir de casa en un tiempo para que me controles si es lo que quieres.Escuchar como se ríe me alivia un poco.—Vale —murmura—. ¿No es
DANALa primera vez que volvemos a pisar el club se forma una fiesta celebrando que Killian esté bien. Además, nos felicitan por el bebé que viene en camino.—Menos mal que no has muerto. Estaríamos en un follón —le dice uno de los chicos—. Y enhorabuena por el crío.Escuchar eso me para el corazón. Yo nunca he llegado a pensar en no tenerlo, en que muriera, para mi Killian siempre estuvo ahí aunque no del todo, pero no estaba muerto. No iba a morir. Yo también estaría echa un follón sin él.—Los futuros padres del club —canturrea Andrea y abraza a Killian y después a mi con tanta fuerza que casi me levanta del suelo.—Eh, con cuidado —gruñe él.—La he cuidado de maravilla así que no me vengas ahora con tus mierdas. Ven, Dana, te he comprado unas cosas.Me levanto las gafas por la nariz y quiero despedirme de Killian pero ella me arrastra hasta la cocina. Todos están bebiendo, fumando, ella me prepara una taza con yougurt batido al que me he aficionado. Me lo bebo como si fuera agua.
DANAUna niña. Nuestra hija.Yo voy a ser una buena madre.En cuanto el doctor sale de la consulta para que pueda cambiarme, siento las manos de Killian quitarme las lágrimas y con cuidado me retira el gel frío del estómago con un papel. Es tan delicado... Y entonces me da un beso justo sobre el ombligo que me hace temblar.—Gracias por esto, Dana —escucho que dice.Llevo mi mano a su mata de pelo oscura.—También es gracias a ti.Me mira con tanta intensidad que casi no puedo ni respirar. Sin dejar de mirarme él me ayuda a sentarme en la camilla y la bata se me baja hasta taparme. Siento el calor de sus grandes manos acariciarme la cintura y pasearse sobre mi.—Sois mías —asevera.—Lo somos —aseguro.Me da un beso que sé que si hubiéramos estado en casa terminaría de otra forma, pero tenemos que irnos. Lo veo siendo tan intenso que no aleja sus manos de mi, ni siquiera cuando conduce.—Empezaré a remodelar su habitación —comenta—. Y lo que sea necesario para que la casa sea segura.Y
DANAUna mañana cuando me despierto en la nueva casa, dejo a Killian durmiendo y bajo a la cocina a preparar el desayuno. Ha estado muy ocupado últimamente con llamadas de cosas de la banda, remodelando la habitación de nuestra hija con ayuda de algunos chicos de la banda que vienen a montar muebles y a pintar, y con la empresa. Yo me pasé tantos años sabiendo cosas de esa empresa y de la gestión que llevaba Carl que a veces le ayudo cuando siento que ninguno sabe lo que hacer con un negocio como ese. Prefiero no pensar mucho en la parte ilegal del mundo en el que está metido. A veces pienso en lo que era mi familia antes, en Jess y en mi madre, lo hago mucho últimamente porque sé que hay una nueva reunión de bandas y que me tocará ir, Killian lo ha dejado caer. He estado mucho sin pensar en ellas, desde que pasó lo de Killian no tuve el lujo de pensar en nada que no fuera él y mi embarazo. Y cuando despertó yo solo podía pensar en ser feliz, en nada más.—Te he dicho que no hagas ca
KILLIANEs guapísima.Cada mañana me quedo admirándola durante un buen rato, está preciosa tumbada en nuestra cama. Duerme mucho, sé que está agotada de este último mes y se lo merece todo por aguantar a nuestra hija dentro. Veo como se revuelve, mi camiseta se le sube hasta descubrir sus bragas y se queja. Me acerco y le termino de subir la camiseta hasta por debajo de las tetas. Se nota como patea y no deja a su madre en paz. Deja de moverse cuando pongos mis manos sobre ella.—Gracias —musita Dana adormilada.Me encorvo sobre su cuerpo para besarla. Si por mi fuera la tendríamos ya con nosotros. Queda menos, queda una semana para que salga de cuentas y siempre la tengo por ahí descansando, sentada en el sofá, quejándose, intento como puedo hacerlo más ameno.Intenta ayudarme a hacer la cena pero gimotea al rato de estar de pie.—Me duele, Killian —lloriquea casi a punto de llorar. Es la primera vez que se porta tan débil.—¿Qué te duele?Me clava las uñas en el brazo cuando se incl
DANAMe despierto esa mañana súper agotada pero enérgica. Las piernas todavía me tiemblan cuando camino entre la ropa tirada por el suelo buscando mis gafas (que casi las piso) y me pongo una de las camisetas de Killian para bajar a la cocina. Nuestra bebé de casi dos años sigue dormida en su cuarto y el olor a café me llega a mitad de las escaleras. Quiero tirarme encima de él cuando lo veo descamisado en la cocina, con todos esos músculos perfectamente entrenados y siendo tan... Killian. A veces me parece mentira que sea tan fácil querer a alguien tanto como yo lo quiero a él y como él me demuestra que me quiere a mi.Me enredo en su espalda envolviéndolo con mis brazos y aplastando la cara contra su espalda. El calor de su cuerpo me envuelve a mi y podría volver a quedarme dormida.—Iba a subirte el desayuno a la cama —dice con su voz ronca de por las mañanas. Levanta el brazo y deja que me cuele entre su cuerpo y la encimera—. ¿Estás bien?Sus labios me besan la frente y bajan le
DANAUn par de años después, cuando Sofía ha cumplido cinco años y no deja de usar a Josh (hijo de dos años de Andrea y Ben) como un muñeco de trapo al que puede mangonear para jugar con sus muñecas, me entero.—¿Estás segura? ¿Al cien por cien?—Me siento igual que cuando me quedé embarazada la primera vez y el test dio positivo. ¿Se lo debería decir o voy primero al médico?Con el embarazo de Sofía fue todo muy diferente porque no tenía a Killian para mi durante los primeros meses. Ahora, si resulta que lo estoy, me gustaría que me acompañaría desde el inicio.Desde ahora, sobre todo porque lo hemos estado buscando desde hace... bueno, desde hace un mes o dos que volvimos a hablar de tener otro bebé.—Díselo. Últimamente está de lo más irritante con la banda y por el club, a ver si eso le pone de mejor humor.Ya lo sé, y a veces trae ese mal humor a casa y terminamos discutiendo. Sé que hay problemas ahí fuera, que han perdido dinero y otras cosas y que mi padre se ha enfrentado a é
DANALa llamada nos despierta. Killian se sienta en calzoncillos en la cama y creo ver como cruza los dedos. Yo lo sé en cuando veo el movimiento de sus músculos y como aprieta el puño en celebración, así que cuando cuelga el teléfono me echo sobre su espalda y me cuelgo de él como un mono.—Estás de cuatro semanas.—¡Qué bien! —exclamo.Me gira en su cuerpo y termino sentada en su regazo.Es domingo y parece que se le ha olvidado el lío que tiene fuera de casa. De echo no parece el jefe de ninguna banda ni un hombre que intimide. Está feliz dentro de casa y con nosotras.Mientras yo tomo el sol en una tumbona, él enseña a Sofía a nadar y se le sale el corazón por la boca cuando la ve correr por el borde. A mi también.—¡Sofía! —grito—. Que no corras por ahí, te puedes caer.—Hazle caso a tu madre —le reprende Killian.Se planta al borde y flexiona las rodillas.—¡Papá cógeme! —exclama y se tira. Su padre la coge al vuelo—. ¡Mamá ven al agua!Me levanto de la tumbona y me tiro de cabe