Capítulo 89

El vapor empieza a llenar el cuarto cuando Nora vacía las hierbas en la tina con agua caliente. El aroma es fuerte, penetrante, mezcla de raíces, cortezas y hojas que se impregnan en el aire como una promesa de alivio. Ella se mueve con precisión, recordando cada instrucción que su madre le repetía una y otra vez cuando era niña.

—El agua debe estar tan caliente como el cuerpo pueda tolerar, ni más ni menos —murmura para sí misma, midiendo con la mano.

Silas observa desde la cama, su rostro pálido apenas iluminado por las lámparas suaves. Ciro está a un lado, rígido, atento a cada movimiento, mientras el médico de confianza, un hombre de mediana edad con gafas delgadas mira fascinado.

—¿Seguro que es necesario? —pregunta Silas con una sonrisa débil, aunque el temblor en su voz lo delata.

Nora lo desnuda hasta dejarlo en bóxer y lo mira desde abajo.

—Sí, amor, es necesario —responde Nora firme, acercándose a él—. No tienes opción.

Ciro y el médico se adelantan para ayudarlo