50. Entre poesías y coqueteos
Capítulo 50
Andy sostiene un libro entre las manos mientras camina de un lado a otro frente a sus alumnos. Su voz es clara, segura, como si cada palabra estuviera cuidadosamente medida para mantener la atención de quienes la escuchan. Está explicando con entusiasmo el valor de la poesía, cómo un verso puede encerrar más verdad que una larga disertación, cómo la métrica y la cadencia no son simples adornos, sino la respiración misma del sentimiento. Algunos estudiantes toman apuntes frenéticamente, otros la miran fascinados, casi contagiados por esa pasión que destila con cada explicación.
Pero no todos.
En la esquina del aula, sentado de forma descuidada, está Tristan Blackwood. El muchacho, con apenas unos tres o cuatro años menos que ella, la observa con esa expresión entre aburrida y juguetona que logra sacarla de quicio. Nunca presta atención completa, siempre parece estar en su propio mundo, y cuando finalmente clava los ojos en ella, lo hace con descaro, como si quisiera provoca