El mozo traía un mini barril de madera con bebida dentro. Bartolomé no sabía bien qué bebida era, pero para hacer un buen papel, debía tratar de no rechazarle nada a su subteniente.
-Un poco de vino no nos va a hacer mal, Sr. Craviotto –dijo Filomeno.
Bartolomé sintió cierto alivio. El vino no le disgustaba así que no iba a tener que consumir algo por la fuerza.
Filomeno sacó uno de sus cigarros avanti. Bartolomé no estaba acostumbrado a ello. Solo fumaba cigarrillos comunes y corrientes ya que no costaban tanto dinero.
Luego, el subteniente encendió su cigarro y fumando dirigió su mirada hacia Bartolomé.
-¿Quiere uno?
¿Qué hago? Si digo que si, quedo como un confianzudo. Si digo que no, lo estoy rechazando. Era su gran duda.
-Claro –respondió Bartolomé en un tono vergonzoso.
El subteniente le extendió uno, le dio una cajita de fósforos y lo encendió. Los dos estaban fumando con copas de vi