Capítulo veintiocho

Como era costumbre, Bartolomé estaba llegando a la casa de Filomeno en su auto. Lo estacionó en la vereda.

Filomeno lo recibió con un saludo poco gustoso y lo hizo pasar a su casa. Bartolomé creía que iban a haber más personas, pero no, estaban únicamente ellos dos, completamente solos.

-La situación se puso difícil –dijo Bartolomé.

-Así es… -respondía Filomeno.

Bartolomé podía notar la frialdad de Filomeno. Sabía que estaba inquieto, pero no podría descifrar qué le ocurría.

-Te estarás preguntando por qué te cité acá –dijo Filomeno interrumpiendo los pensamientos de Bartolomé.

-Eso creo.

Filomeno miraba con recelo a Bartolomé.

-¿Sabías que renunció el Ministro de Guerra no? –preguntó Filomeno.

-Si, lo sabía, lo leí en el diario.

-¿Sabés qué significa su renuncia?

Bartolomé quedó en silencio. Esperaba a que Filomeno le respondiese, pero ya sabía la respue
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