Capítulo 30

Mantuve aquella carta conmigo durante todo el día, observando con recelo la firma del jefe Napoli, me causaba indignación que, en vez de utilizar su nombre, colocase una especie de seudónimo para generar más intriga a sus enemigos. Pues era claro que eso hacía, solo buscaba provocar una especie de psicoterror para mantener al margen y precavidos a los ajenos a él y su entorno, siendo evidente que aquello le producía una gran fuente de diversión.

Y se trataba de aquel mismo hecho el motivo por el que me generaba tanta duda y amargura, su poca capacidad para ser un hombre honesto y claro, era nula. Tan nula que ordené a mis hombres vigilar con fiereza durante esa noche y madrugada, ya que no me confiaba para nada de los Napoli y de la palabra de su absurdo líder. Bruno y sus dos compañeros novatos se dedicarían a tomar un descanso mientras que todos los que no habían realizado ningún tipo de vigilancia anteriormente tomarían el turno para hacer aquello con mucha más precaución.

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