Flor Pérez
Llego a la cocina, mientras preparo el desayuno, me pierdo en el recuerdo de lo que sucedió hace unos minutos, de lo que sucedió hace unas horas. Me pierdo entre todo y nada a la vez, sinceramente, no sé qué pensar, me siento nerviosa y un escalofrío recorre mi cuerpo, no sé cómo verlo a los ojos.
¿Qué tal si solo soy eso? El acostón de una noche, ¿Qué tal si solo quería una rayita más al tigre? Solo quería coleccionar una mujer más y yo, como la estúpida que soy, caí, sí, caí como siempre.
¡Si para bruta no se estudia Teresa! Estoy molesta, llenando mi cabeza de emociones, sintiendo cómo las lágrimas comienzan a inundar mis ojos. Pico la fruta, desquitando mi rabia, al darme cuenta de que eso fui, el acostón de una noche, él me da mis terrenos de vuelta y yo, yo le doy una noche de sexo.
Estaba desquitando mi ira con las fresas, cuando una mano rodea mi cintura, paralizándome al momento, haciendo que suelte el cuchillo en el proceso.
Su aroma me invade, ¡Dios! Me va a ver