Flor Pérez
Despierto con los rayos de luz que se cuelan por la ventana, mi cuerpo está adolorido, no, más que adolorido, siento que me ha pasado un camión encima. ¡Dios! Abro los ojos de golpe, flashazos de lo que acaba de ocurrir hace un par de horas me golpea de manera estrepitosa.
Aquí es cuando siento el brazo de… De Christian, rodeando mi cintura, con sumo cuidado, me levantó, tratando de no hacer ruido. ¿Qué demonios hice? ¿Qué sucedió? ¡Dios! Me levanto de la cama y camino hacia el tocador; cada paso que doy, es un inequívoco recordatorio de lo que sucedió.
Miro a mi alrededor y veo el desastre. Rápidamente, camino hacia la puerta, tratando de cubrir mi cuerpo desnudo con mi camisón, pongo el seguro a la puerta, no vaya a ser que a mis hijos se les ocurra entrar a la habitación.
Camino hacia el baño y es ahí cuando veo mi cuerpo, el cual, está lleno de marcas, sí, no sé en qué momento las hizo, pero ahí están. Agradezco que no las haya hecho en un lugar visible, pero ahí están,