Flor Pérez
No voy a negar que al escuchar todos aquellos comentarios que hicieron en televisión, me llegaron hasta el fondo de mi corazón y me dolieron, claro que me dolieron.
Una cosa es pensar que nadie sabe de tu existencia y otra es, darte cuenta de que, efectivamente, tu marido nunca quiso que las personas supieran de tu existencia.
“Flor, ¿Qué demonios esperabas? Él siempre fue claro, él solo se casó contigo porque su abuelo se lo pidió. Él no tenía intenciones de enamorarse de ti, aquí la única culpable fuiste tú, por no seguir las reglas del juego”, dice aquella vocecita que me acompaña desde hace tiempo.
Estaba perdida en mis pensamientos, cuando Matías se acerca a mí y me pide que lo acompañe. Cuando salimos de la fonda, me piden que cambie de auto y suba a una camioneta. Eso me desconcierta un poco, pero no hago muchas preguntas.
- Dijiste que no querías que ellos supieran dónde estás o ¿No? Es muy probable que cuando te recogimos alguna cámara haya capturado las placas del auto, por eso cambiamos a este. -dice Matías al ver mi cara.
Luego de un rato, miro por la ventana y veo cómo el mar comienza a verse a lo lejos. Poco a poco me va llegando ese aroma a sal tan peculiar de la playa, el calor que se siente me sofoca, cierro la ventana al igual que mis ojos.
He tratado de no pensar en lo que pasó entre Christian y yo, anoche, pero al cerrar los ojos, imágenes de todo comienzan a pasar por mi mente.
De solo recordar cómo sus manos acariciaban mi cuerpo, de cómo esos ojos me miraban con… No, no puede ser, ya me estoy volviendo loca, él, jamás, jamás, me miraría con algo que no fuese desprecio o fastidio.
Será mejor que despeje mi mente de aquello, esos recuerdos será mejor dejarlos guardados en lo más profundo de mi ser. Todo lo que Christian y yo pudimos ser, a partir de hoy, se ha terminado.
Será mejor que piense en qué voy a hacer a partir de ahora. No quiero ser una carga, no quiero que Blanca y Matías estén todo el tiempo preocupados por mí, sé que solo será una temporada en lo que consigo donde trabajar y vivir.
Blanca me dijo que actualmente, se dedican a cuidar vacas y recolectar café, yo nunca he hecho eso, pero supongo que con unos días aprenderé.
- ¡Oye…! ¿Creen que su patrón me quiera dar trabajo? No sé cuidar animales en el campo y nunca he cosechado café, pero si me enseñan, yo aprendo rápido o incluso puedo hacer la limpieza de la casa, esa la sé hacer muy bien. –digo tratando de hacerles ver que no seré una carga.
- Tere, primero llegamos a casa y luego hablamos de trabajo… -dice Matías mientras ve a Blanca y esta sonríe con complicidad.
Al poco rato, veo cómo Blanca se queda dormida y ahí es cuando Matías voltea a verme.
- Tere, ¿Recuerdas a mi mamá? – me pregunta Matías y escuchó un poco de nostalgia en la voz.
- Sí, ¿Cómo podría olvidarla? Ella fue la mejor amiga de mi madre… -digo trayendo a su mamá a mi memoria.
- ¿Recuerdas que nunca nos dijo quién era mi padre? – Vuelve a preguntarme algo que ya sabíamos todos.
- Sí, ella nunca hablaba de él, pero sabíamos que tenías un papá…
- Él me encontró… - dice y yo quedo boquiabierta.
- ¿QUÉ? ¿Cómo? ¿De verdad? ¿Dónde está? ¿Quién es? – Lo lleno de preguntas, ya que eso sí que no me lo esperaba.
- Pues mi padre ya no está vivo, murió el año pasado… Era un buen hombre… - dice y deja salir un suspiro. – Es solo que cometió muchos errores, entre ellos, dejar a mi madre sin saber que estaba embarazada.
- Matías… Lo lamento mucho, yo, yo no sabía… - digo apenada.
- Tere, no podrías haberlo sabido, todo fue muy rápido. Cuando él me encontró, ya estaba muy enfermo, yo estaba molesto con él. Al final, Blanca habló conmigo y me dijo que tenía dos opciones: perdonarlo y pasar bien sus últimos días, o no perdonarlo, y vivir con mi decisión toda la vida.
- ¿Supongo que lo perdonaste? – preguntó obviando la respuesta.
- Sí, y no me arrepiento… Tere, sé que lo que acabas de hacer hoy se ve difícil, pero algún día vas a ver que voltearás al pasado y solo le desearás lo mejor a ese hombre.
La vida da muchas vueltas, hermana, la vida no siempre es estar arriba, ¿Qué no?
- Sí… - digo tímidamente.
- ¡Claro! Ya verás que cambiar de aires te servirá… - dice él mientras me mira por el espejo retrovisor.
Yo sonrío y digo lo primero que cruza mi mente.
- Pienso que cuidando vacas me voy a distraer…
- Te veo más como recolectora de café… -dice y eso me recuerda una parte de nuestra infancia.
- Pues si me enseñas, yo con gusto aprenderé…
- ¡Muy bien! Pues ya veremos en qué te ocupas, mientras, ya hemos llegado a casa… -dice Matías y se estaciona frente a una imponente puerta de madera que está sujeta por enormes muros de concreto.
- ¿Aquí es donde viven? – digo sorprendida.
- ¡Sí! Espera, deja, les digo que abran la puerta.
Veo cómo Matías marca un número, mientras Blanca comienza a despertar. Rápidamente, escucho cómo le contestan y quedo sorprendida con lo que escucho.
- ¡Patrón! ¡Qué bueno que ya llego! Teníamos unas dudas con unos bultos de café que se deben despachar para la capital… - dice un hombre al otro lado de la línea.
- ¡Está bien! Solo déjenme terminar de llegar y estoy con ustedes.
- ¡Sí, patrón!
- ¿Patrón? ¿Cómo es eso de que te llaman patrón? –digo desconcertada.
- ¿Recuerdas que te dije que mi padre murió?
- Sí… - digo con duda.
- Bueno, pues él me dejó todo esto… -dice y mira todo lo que está a su alrededor. - Él era ganadero y caficultor, las vacas y café que, recolectamos y cuidamos, son prácticamente nuestro patrimonio.
- ¡Wow! - Es lo único que atino a decir al ver todo.
- Bueno, mis mujercitas, pónganse cómodas, yo tengo que ir a ver a los muchachos, ya en la comida platicamos. –dice Matías mientras nos deja dentro de una hermosa casa.
- Nuestro invernadero de rosas se queda corto, contra todo lo que veo… - digo recordando nuestros tiempos ahí.
- Matías dice que, si quieres… Podemos intentar hacer un invernadero de rosas aquí, además, él quiere que regreses a estudiar. Sabemos que pusiste en pausa tus sueños, pero ahora es momento de volver a comenzar. – dijo Blanca, con una mirada llena de determinación.
Yo me quedo sin palabras, hoy, cuando desperté, solo era una mujer que deseaba irse lejos, deseaba comenzar de cero, es más, no tenía dinero para un abogado, por lo que salí huyendo tal cual delincuente.
Ahora, camino de la mano de mi mejor amiga, quien me muestra su casa y me platica todos los planes que ella y Matías tienen para conmigo.
- Tere, amiga, ya verás que, ahora que vivas aquí, te va a encantar el lugar. Aquí cerca está el mar, puedes ir cuando quieras. Te enseñaré a manejar, regresarás a la universidad, ¡Serás una gran ingeniera! ¡Ya verás que tu vida va a cambiar a partir de ahora!
¡Estás muy joven! Siempre podrás volver a comenzar y quién sabe, tal vez en algún momento, conozcas a tu chico lindo, guapo y hermoso, tal como siempre soñabas… -dice mi amiga, llena de emoción.
- Blanca… —Digo y me detengo de golpe.
Mis ojos están cubiertos de lágrimas, ya no podía soportarlo más, ver todo esto, ver que todo es real, hace que ese nudo que llevaba en la garganta decidiera salir en forma de un llanto que no puedo seguir conteniendo.
- Tere, ¿Qué sucede? ¡Ánimo! No me gusta verte así, ya estás en casa, ya estás a salvo… Aquí no va a venir ningún Walker o White a molestarte. Ellos se han quedado atrás, ellos aquí no son nadie…
- ¡Fui una reverenda estúpida! – digo por fin soltando todas las lágrimas que me aguanté todo el camino.