Capítulo 4: ¡Eres una mujer muy valiente!

Flor Pérez

Cuando estaba por salir de la mansión, me llevé un susto de muerte, ya que uno de los jardineros iba llegando a esa hora.

Por un momento, creí que me delataría y le avisaría a Christian, pero no lo hizo, solo me miró con tristeza y dijo:

- ¡Cuídese mucho, señorita!

Tan pronto crucé la enorme puerta de metal, Matías tomó mi maleta y me abrió rápidamente la puerta para subir.

Blanca estaba dentro, me abrazó y, al sentir su calidez, casi me derrumbó, pero no, no quiero que ellos se preocupen por mí, ya bastante tienen con venir a estas horas por mí.

Ellos dos son la única familia que me queda, luego de que mis padres murieran cuando yo estaba por cumplir 18 años. Aún me duele recordar aquel fatídico día, por lo que procuro no hacerlo.

Al estar en brazas de Blanca, trato de evitar llorar, pero por más que lo intento, las lágrimas logran colarse.

- ¡Tranquila! ¡Todo va a estar bien, tú eres una mujer muy valiente que conozco! ¡No lo olvides! –dijo Blanca tratando de hacerme sentir mejor.

Hace un mes que tomé la decisión de separarme de Christian. En aquella ocasión, cuando se lo propuse, él reaccionó de la peor manera, se burló de mí y, al final, no llegó a casa por una semana.

Fue una completa burla, porque en redes sociales pude ver que él, incluso se ve que se fue al famoso yate que tenía en Cancún, e hizo fiesta metiéndose con cuánta mujer quiso.

Al final, aquello solo vino a reforzar mi decisión de separarnos, aquí no había ninguna posibilidad de cambiar, eso era claro. Por más que me esforzara, por más que me pusiera como alfombra, él nunca se fijaría en mí, yo para él solo sería una molesta carga.

A pesar de estar casada con un millonario y vivir en una enorme casa, no tenía cómo obtener dinero físicamente. Todas las cuentas de la casa se pagaban en automático y no trabajaba, así que no tenía ingresos.

Pelear por mi libertad con un abogado, definitivamente no era opción y por ello, es que hoy me voy como si fuera una delincuente.

De solo pensar en esto, el nudo de mi garganta se hace más grande. Traigo una lucha interna porque no quiero que mi dolor salga en forma de gritos y lágrimas.

Me siento culpable de pedirle ayuda a Matías y Blanca, ya que prácticamente fue mi culpa que ellos y los trabajadores tuvieran que buscar un nuevo lugar a donde trabajar y vivir.

Matías nunca estuvo de acuerdo con mi matrimonio, ya que él sabía que era un intento de proteger la herencia de mis padres de las garras de la tía Julia, la hermana de mi padre que no conocía.

He sido una completa estúpida, cuando el abuelo planteó casarme con su nieto en pro de ayudarme con la situación tan complicada que atravesábamos, no lo pensé dos veces, fui egoísta y acepté gustosa.

En mi mente, todo parecía perfecto, él era mi príncipe azul, era el chico con el que había soñado desde que tenía 12 años, ¿Cómo podría decir que no?

Ahora me doy cuenta de que fue la decisión más estúpida que pude haber tomado a los 20 años. 

Sé que el abuelo Walker tenía buenas intenciones, pero su nieto, él, era otra cosa, él no se casaba conmigo por genuino interés.

 Lo supe desde un inicio, lo sentía en su mirada, pero me hice la loca, me inventé una fantasía donde él se podía enamorar de mí, si yo le mostraba que era una buena esposa.

Ahora, ¿Se preguntarán si funcionó el casarme, para salvar mis tierras? Sí, claro que funcionó, pero no como yo creía, ya que solo sirvió para que mis propiedades cambiaran de dueño.

Al casarme con Christian Walker, mis propiedades pasaron a ser parte de las propiedades de los Walker y yo, yo terminé perdiendo al final el patrimonio de mi familia.

Christian sabía poco o nada de flores, así que, sin decirme una palabra, mandó a Matt, su mejor amigo y abogado, a liquidar a todos, cerró el invernadero y todo por lo que mis padres tanto trabajaron, hoy continúa cerrado y cayéndose a pedazos.

Me duele pensar que, el sueño de mi familia se acabó en un abrir y cerrar de ojos… ¡Todo por mi maldita culpa! ¡Estaba ciega, no veía con claridad! ¡Creía que Christian realmente me estaba dando una oportunidad!

Me duele el pecho de tanto que traigo cargando, ahora me odio con todas mis fuerzas, sí, ¿Por qué?  Porque ayer permití que Christian me tomara como una de las tantas putas con las que se mete.

¡Mil veces me arrepiento de lo que sucedió anoche! Ayer solo me dejé llevar como la idiota que soy.

Debo reconocer que, al final, quería una despedida, quería un bonito recuerdo, pero ¿Cuál maldito bonito recuerdo?

¡Él me robó! ¡Él me quitó mis tierras! ¡Él no me dejó volver ahí! ¡Él acabó con todo! Él mandó a Matt a terminar con lo que mi familia y yo trabajamos, de solo recordarlo, no puedo evitar que las lágrimas broten.

- Tere, hermosa, llora mi vida, llora, deja salir todo… -dice Blanca y sé que no puedo, no quiero asustarlos, ellos no merecen que les traiga más problemas.

- Sé que esto no es fácil, pero era necesario y nosotros estaremos contigo para apoyarte. –dice Matías mientras inicia nuestro viaje a mi libertad.

Mi corazón late sin control, mis manos tiemblan, siento cómo ese nudo en mi pecho sigue amenazando con salir en un grito ahogado, pero trato de contenerlo y de reprimirlo lo más que pueda.

- ¿A dónde vamos a ir? -pregunto tratando de callar mi dolor.

- Las cosas han cambiado un poco, ya verás que te gustará, es tranquilo el lugar y está cerca del mar… -dice Blanca con alegría.

- ¿Dónde es?

- Nos vamos a Casitas, Veracruz, el lugar es bellísimo, hace mucho calor, pero luego de un tiempo, te acostumbras… -dice Blanca tranquilamente.

Luego de un buen rato de camino, finalmente me calmo, miro por la ventana, me pierdo en los recuerdos de mi vida antes de los Walker.

Antes de que mis padres murieran, soñaba con estudiar agronomía como Matías, para así poder ayudar al negocio familiar.

Mis padres tenían unos terrenos donde sembrábamos rosas, gerberas, margaritas y otras flores. Prácticamente, crecí entre ellas, de ahí mi nombre, Flor Teresa Pérez Robles.

Mis padres iniciaron su negocio de la nada, era próspero, nos daba lo suficiente para vivir y dar trabajo a muchas otras personas.

A Matías lo adoptaron mis padres, luego de que su madre muriera, él estudió agronomía y con ello, ayudaba a papás con el negocio. Yo quería hacer lo mismo, yo quería que nuestro negocio familiar creciera, amaba los campos de rosas, amaba nuestras flores…

En aquella época todo era perfecto y no lo sabíamos, no teníamos lujos, pero éramos felices.

Blanca era mi vecina y desde niñas ha sido mi mejor amiga. Vivió enamorada de Matías desde que antes de entender lo que era el amor y ahora ellos dos tienen un feliz matrimonio.

Me duele el corazón, al recordar lo enamorada que estaba cuando acepté el trato. Yo creía que era como en las novelas, ahora sé que, en mí, vieron a una chamaca tonta y se aprovecharon de mi idiotez para convencerme.

El abuelo Walker sabía que eran años los que yo llevaba enamorada de la fantasía que me había hecho de su nieto.

Aún recuerdo que tenía 12 años cuando conocí a Christian, sí, era una niña, cuando ese par de ojos azules celeste me hipnotizaron.

Recuerdo que en uno de los tantos meses que fuimos por el pago de las flores que surtíamos al grupo Walker & White, él apareció, todo imponente ataviado en ese traje color negro, llevaba gafas oscuras, pero al entrar a recepción se las quitó y me dejó sin palabras.

Era como ver a un actor de cine, era tal como Chris Evans, alto, de buen cuerpo, rubio, güero y con unos ojos, según yo, de infarto.

Recuerdo que esa fue la descripción exacta que le di a Blanca cuando regresé de la ciudad y le conté mi gran descubrimiento.

Sé que, en ese entonces, él ni volteó a verme, pero yo ya había decidido que, desde ese día, él sería mi gran amor platónico.

Me conformaba con ver ese par de ojos azules celeste, cruzar la recepción, era cuestión de uno o dos minutos, lo que me hacía soñar. Era una niña que ya quería ser grande, quería ser tan bonita como mi mamá para llamar su atención.

Por aquellas épocas, no sabía que el hombre que me gustaba era frío y no tenía sentimientos. Es más, en ese entonces no sabía ni quién era, yo solo suponía que trabajaba ahí y que era como cualquier otra persona.

Miro hacia la ventana y no puedo evitar derramar lágrimas por la niña tan tonta que un día creyó haber encontrado el perfecto príncipe azul.

Si pudiera viajar al pasado, le diría a mi yo de 20 años que no cometa el peor error de su vida, que huya, que siempre hay otra salida, que los hombres como Christian Walker solo son para contemplarse de lejos.

Ja, ahora recuerdo que el abuelo Walker nos preguntaba cuándo llegaría el famoso primer nieto, yo no sabía qué contestar y mi querido esposo, solo ponía los ojos en blanco.

¿Cómo demonios iba a llegar? Si él podía acostarse con todas las mujeres de la ciudad, pero conmigo, jamás y eso que dormíamos en la misma habitación, sobre la misma cama. 

La única vez que estuvimos juntos fue en nuestra noche de bodas y puedo decir que fue la peor experiencia que tuve.

Nunca le dije que era virgen, todo fue doloroso y supongo que él no esperaba que las cosas salieran así. Luego de aquello, él jamás intentó volver a acercarse a mí hasta ayer que tontamente cedí.

Jamás he sido de las que se deja llevar por la primera impresión, pero creo que, en esta ocasión, desde un inicio sí debí dejarme llevar por la primera impresión. Ya que la manera en la que supe que mi príncipe azul era el nieto del abuelo Walker no fue muy buena que digamos.

- Tere, vamos a parar por aquí, a desayunar. - dice Blanca y me saca de mis pensamientos.

Al bajar del auto, juro que sentí como si Dios me iluminara, ya que el cielo estaba gris y de momento un rayo de luz se coló entre las nubes, tan cálido que se sintió como una caricia en el rostro.

Los 3 entramos a una pequeña fonda, Matías pidió 3 cafés que los sirvieron en jarritos de barro. Lo que trajo a mi mente, como eran mis primeros desayunos en casa de los Walker, era obvio que no cumplía con las reglas de etiqueta que ellos ya conocían por años.

Doña Miranda White, abuela de Christian, era una mujer exigente y dura conmigo. Ella no había estado de acuerdo con nuestro matrimonio, para ella, yo no era más que una plebeya que se aprovechaba de su nieto.

Para ella solo existía una mujer que podía ocupar el lugar de esposa y esa era Agatha Jones.

Cuando sepa que me he ido, seguro que dará brincos de alegría y comenzará a soltar su veneno contra mí, sé que inmediatamente tratará de emparentar a Agatha con Christian, pero ya me importa un carajo.

En el lugar tenían la televisión encendida, vi que eran los típicos programas que en ocasiones veía para enterarme de las cosas que hacía mi esposo estando fuera de casa.

Él se la pasaba casi todas las noches en algún bar o antro, rodeado de hermosísimas mujeres, las cuales ni de asomo se parecían a mí. Para él, cualquier mujer era más bella y atractiva, que yo y nunca se cansaba de decírmelo, yo solo era una escuincla con la que no sabía cómo lidiar.

Sin querer, mientras desayunaba, comencé a escuchar lo que decían en ese programa de chismes…

- ¡Qué cosa! ¿No? Toda la noche de ayer, estuvo fuertísimo el rumor de que Christian Walker estuvo cenando románticamente con Agatha Jones y hoy por la mañana, todo ha sido borrado.

Mi querido Christian, ya todo el mundo sabe que eres un coqueto empedernido, aunque lo que sí nos asombró fue una noticia que nadie esperaba…

 - ¿Cuál, mi querida Patricia? – dijo otra conductora.

- ¿Ustedes sabían que Christian Walker está casado?

- ¿Cómo? ¡Eso no es posible! Nunca lo hemos visto con nadie de manera formal que no sea Agatha Jones y ella, apenas llegó a México luego de casi 3 años en Miami.

- Yo siempre he dicho… Sí, hay alguien que va a robar el corazoncito de nuestro queridísimo Christian Walker, esa será Agatha Jones…

- Yo creo que eso de que está casado, es solo un rumor de esos, como cuando dicen, fulanito se murió… Seamos honestos, Christian, si hay alguien a quien le va a ser fiel, esa será Agatha Jones.

- ¿Puede cambiarle de canal? – pregunta Matías al ver mi incomodidad.

Yo solo alcanzo a decirle en voz baja. - ¡Gracias!

Mis amigos saben cuánto amor sentía por Christian, saben que desde niña yo estaba perdidamente enamorada de sus ojos azules celeste que me hipnotizaban y por esos ojos, hoy día prácticamente perdí todo, incluso yo misma me perdí, ¡Qué idiota fui!

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