Flor Pérez
No cabe duda de que sigo siendo una reverenda estúpida, hasta yo misma me siento enojada conmigo. ¿Qué demonios pretendía yendo a su maldita oficina? ¿Qué quería? ¿Por qué demonios pensé que podría contra él?
¡Maldita sea! Yo creía que podría, pero él tiene razón, su maldita familia tiene tanto dinero y conexiones que, en un abrir y cerrar de ojos, podrían quitarme a mis hijos y yo, no podría ni hacerle cosquillas.
Cuando menos lo imagino, estoy sentada en la banca de un parque que está frente al edificio de lo Walker, hiperventilo, siento que las lágrimas quieren salir, siento como si volviera a ese maldito tiempo.
--- 9 años atrás ---
- Flor, mi niña, ¿Cómo estás? -dice el señor Walker al otro lado de la línea.
- ¡Hola, señor Walker! Bien, un poco preocupada por lo que le comenté ayer y, pues, sinceramente, no he podido sentirme tranquila desde que mi tía apareció.
- Florecita, estoy a lado de mi amigo Frank y él ha consultado y revisado tu caso, pero lo que tenemos no son