Flor Pérez
No he podido descansar bien desde que volví a ver a Christian Walker, creía que, con el tiempo, lo que aquel hombre me provocaba cuando era más joven, se iba a disipar, ya que solo lo consideraba una ilusión.
Pero con un demonio, no es así. ¿Cómo mato la ilusión de mi niñez? ¿Cómo le hago para no sentir esto que llevo dentro? ¡Quiero odiarlo! ¡Debería odiarlo!
Pero por más vueltas que le doy, ese maldito sigue clavado en mi corazón, ¿Cómo puedo odiarlo si amo tanto a mis hijos? Aún no puedo quitarme la maldita sensación que tengo de esa noche, yo soy una reverenda idiota, cómo fue que me deje llevar, cómo fue que…
De solo recordar, me enojo conmigo. ¿Cómo demonios permití que me tocara? ¿Qué? ¿Acaso ya no recuerda todas las malditas veces que me decía que era una flacucha insípida? ¿Acaso ya se le olvidó cómo me miraba con desprecio como si apestara?
“¡Flor…! ¡Yo sí te amo…!”
¡Maldita sea! Con 5 palabras, hace 6 años, me dejé llevar y bueno, por un lado, nunca me arrepentirí