- Sí, dígame… -dice una mujer de mediana edad.
- Oiga… Me dice que usted puede darme informes sobre el invernadero de los Pérez…
- ¡Oh, sí! Dígame… ¿Le interesa?
- Sí, pero quisiera ver al dueño… -digo queriendo saber quién ha hecho mal uso de la propiedad.
- ¡Uy, joven, eso no se va a poder! El dueño solo me dejó una tarjeta y me dijo que si aparecía algún comprador serio, lo contaría, de menos no.
- ¿Puedo saber cómo se llama el dueño? - preguntó queriendo indagar más al respecto.
- Mmm… no debería darle el nombre, ya que no sé si va a comprar el lugar. Además, se ve que usted no es de aquí… -dice y me mira con recelo.
- ¡Quisiera negociar con él directamente…! -digo tratando de convencerla.
- ¡Está bien! Le voy a pasar los datos del hombre que tengo, déjeme, busco la tarjeta.
Debe andar por aquí, permítame… Mmm… Recuerdo que la puse por aquí, si aquí está, mire, tómele una foto y contáctelo.
El terreno prácticamente lo están regalando. –dice la mujer, y cuando veo la tarjeta, un es