Dice una voz a sus espaldas que los hace sobresaltar a los tres. Jerónimo, sin dudar ni un segundo, corre hacia ella y la abraza tan fuerte, llorando desconsoladamente.
—Lo siento, Lucy, lo siento mucho, mi amor, nunca debí dejarte sola.
—Jerónimo... —dice Lucy emocionándose con la angustia de Jerónimo—. Cómo puede amarlo tanto, Dios mío.
—Tienes que operarte, mi amor, hazte el trasplante, por favor.
—Si han venido aquí a convencerme, es imposible, no hay vuelta atrás.
—Tenemos una larga vida por delante, amor, déjame hacerte feliz. Recuperar tantos años separados por tontos.
—Lo lamento, Jerónimo., pero fue una decisión que tomé hace muchos años.
—¿Podemos hablar a solas? —le pregunta Jerónimo.
—Ahora no puedo, debo ver al médico. No me siento muy bien últimamente.
—Te acompañaré, déjame hacerlo, debo hablar contigo —después de tanto vacilar, finalmente Lucy le dijo que sí.
Lucy y Jerónimo comienzan a caminar por el jardín, pero a los pocos minutos se sientan en un pequeño banco, por