39. Conexión y traición.
La luz de la mañana se filtraba a través de los ventanales del estudio de Evdenor, bañando la habitación en un resplandor dorado que suavizaba las aristas de la piedra fría.
El príncipe estaba de pie junto a su escritorio, fingiendo examinar un mapa extendido sobre la madera pulida, pero su atención estaba fija en la puerta.
Había visto a Eryn regresar a Haro la noche anterior, su figura encorvada bajo una capa raída, los ojos hinchados por las lágrimas derramadas en el pueblo destruido. En lugar de dirigirse a su dormitorio o presentarse ante él, Eryn había buscado refugio en la humilde casa de Lean, como si quisiera retrasar el momento de enfrentar al príncipe.
Evdenor lo había seguido desde las sombras, y aunque cada fibra de su ser había querido correr hacia él, ofrecerle consuelo, se contuvo. Eryn necesitaba esa noche para recomponerse, para lamer sus heridas en privado.
—Buen día, alteza —dijo Eryn, su voz tímida y ligeramente ronca, rompiendo el silencio de la cámara. Ent