Los Cimientos del Consejo.
El Consejo no nació de un solo hombre ni de un solo ideal. Nació del miedo, de la ambición y de una necesidad absoluta de control.
Tras el colapso de las corporaciones biotecnológicas independientes, un grupo de familias influyentes decidió crear un organismo que regulara y supervisara todos los experimentos relacionados con la manipulación cognitiva, la mejora genética y la ingeniería emocional.
Los primeros años fueron caóticos. Las discusiones se prolongaban durante días, a veces semanas, entre debates éticos, científicos y políticos, mientras se discutía hasta dónde podía llegar la biotecnología sin comprometer la estabilidad social y sin violar principios que, sobre el papel, parecían inquebrantables.
Entre los fundadores estaban los padres de Isela.
No eran genios de laboratorio, ni científicos prodigiosos, pero tenían algo más peligroso: influencia política y determinación absoluta.
El padre, un diplomático con contactos en todos los organismos de control estatal, garantizaba q