Leo Cruza Una Línea.
Leo no sintió el momento exacto en que cruzó la línea, no hubo una alarma moral, ni una señal física clara. No existió ese instante cinematográfico en el que todo se rompe con un gesto grandilocuente.
Lo que hubo fue algo más peligroso: continuidad. La certeza progresiva de que cada decisión tomada hasta ese punto solo podía conducir a una siguiente más radical.
El sabotaje ya no era quirúrgico, era estructural. Las capas de supervisión del sistema Alfa no estaban pensadas para ser desactivadas desde dentro, no por alguien como Leo, al menos.
Su rol, oficialmente, nunca había sido técnico, nunca operativo, su acceso existía porque nadie lo había considerado una amenaza funcional. Ese fue el primer error del Consejo.
Leo no eliminó alertas individuales, eliminó capas completas. Segmentos enteros de observación que, durante décadas, habían registrado desviaciones emocionales, conductuales y cognitivas de miles de sujetos.
Pantallas internas se apagaron sin aviso, nodos de redundancia de