Antes de que el mundo se quebrara en fragmentos de memoria y mentira, hubo un tiempo en que todo parecía tener sentido. O al menos, eso creían.
El Consejo solía disfrazar la manipulación con propósito. A los sujetos no los llamaban prisioneros, sino “potenciales”. A los experimentos, los llamaban “entrenamientos”. Y a los vínculos que surgían entre ellos, los definían como “errores de sistema”.
Pero algunos errores son imposibles de borrar.
Selena llegó al complejo cuando tenía dieciséis años. Recuerda el sonido de las puertas cerrándose detrás de ella: un golpe metálico que selló su destino. Había sido seleccionada por sus capacidades sensoriales anómalas. Lo que los científicos del Consejo llamaban hiperconectividad empática: podía sentir la vibración emocional de los demás como si fueran ecos dentro de su propio cuerpo.
Al principio intentó esconderlo. Fingía que las voces que oía eran sueños, que los temblores en su piel eran reacciones nerviosas, no los pensamientos de las persona